miércoles, 5 de julio de 2023

El universo del deseo y la pasión

El deseo y las pasiones forman parte de la afectividad y de la voluntad, e influyen en el conjunto de la actividad humana.

La filosofía ha analizado este ámbito de formas diferentes. Tradicionalmente se ha considerado opuesto a la razón, ya que se pensaba que deseos y pasiones impedían desarrollar una adecuada actividad racional. Otras veces se ha destacado su importancia. Analicemos sus problemas.

1. El deseo como ausencia y como fuente de intranquilidad

El deseo es un movimiento de nuestra actividad psíquica que nos impulsa a alcanzar un objeto que consideramos una fuente de satisfacción.

Se deben destacar tres rasgos del deseo:

1) Es una falta: el deseo supone querer algo que no se posee, de ahí que suponga la ausencia de algo.

2) Vive en el mundo del exceso: el deseo se encuentra más allá de la necesidad, siempre se dirige a un mundo de posibilidades, a un mundo de exceso. No es extraño que, en las sociedades ricas, el universo del deseo sea tan amplio y tenga tantas repercusiones económicas: las tiendas y los centros comerciales ofrecen tentaciones para cumplir los deseos que van más allá de las necesidades básicas.

3) Se basa en el conflicto y provoca intranquilidad: un deseo muere cuando alcanza un objetivo. Pero cuando un deseo se cumple, surgen deseos nuevos. No basta con comprar un pantalón o una camisa que me apetece; cuando lo he hecho, siento deseos de tener más cosas. Los publicistas aprovechan esta estructura conflictiva del deseo.

2. La aceptación y el rechazo del deseo

En la filosofía podemos distinguir dos posturas acerca del valor del deseo:


1) Reconocer el valor del deseo como un aspecto fundamental del ser humano: esta postura mantiene que el deseo es una realidad esencial, que debe ser tenida en cuenta, a pesar de los problemas que plantea.

Spinoza, Hegel y Deleuze, entre otros, han mantenido esta perspectiva:

a) Spinoza reconoce abiertamente el valor del deseo, y afirma que es el ímpetu de mantenerse en el propio ser. Desear es una necesidad de todo ser real, y quien existe desea siempre. Por eso, Spinoza afirma que juzgamos algo como bueno porque lo deseamos.

b) Hegel piensa que el deseo es un componente fundamental del individuo y de la sociedad. Ahora bien, todo deseo se cumple aniquilando su objeto. Y la sociedad humana se compone de un conjunto de individuos que son tales porque han superado la lucha a muerte que supone el que cada uno desee la aniquilación del otro, como objeto de su deseo.

​c) En el siglo XX, Guilles Deleuze ha desarrollado una interesante teoría del deseo ampliando las tesis del psicoanálisis de Freud.

Deleuze cree que el deseo no solo es causa de fantasmas y alucinaciones, como pensaba Freud. Al contrario, nace de lo prohibido y produce realidad. De hecho, los seres humanos son "máquinas deseantes".

Analizar el universo de los deseos es una actividad crítica que tiene importantes consecuencias sociales y que permite entender algunos rasgos de la sociedad capitalista.


2) Plantear la necesidad de dominar el deseo como si fuera un elemento negativo: esta postura mantiene que es necesario combatir el deseo para alcanzar el conocimiento y la felicidad.

Esta fue la perspectiva de estoicos y epicúreos. A ellos se une la tradición oriental de la filosofía india y del budismo clásico, que veían en la negación del deseo la única fuente de conocimiento y felicidad.

a) El estoicismo piensa que es necesario someter el deseo a la razón. De acuerdo con la razón, el valor máximo es seguir el curso de la naturaleza: contra ella nada puede hacerse. Por lo tanto, la verdadera sabiduría supone dominar el deseo para someterse a la naturaleza y al destino. En esa aceptación se encuentran la tranquilidad y la paz, que no deben ser perturbadas por deseo alguno.

b) El epicureísmo sostiene que lo más importante es fomentar el placer para alcanzar la serenidad. Para conseguir esta meta, es necesario admitir solamente los deseos que procedan de las necesidades naturales. Esto supone eliminar los deseos artificiales, que no son fuente de verdadero placer. En suma, el deseo debe llevar a la unión con la naturaleza para conseguir, con ella, la serenidad.

3. La pasión

La pasión es una inclinación o tendencia que no se puede dominar: cuando hay pasión se sufre un estado de dominación y de padecimiento, del que a veces no se es consciente.

Todos los significados de la pasión convergen en uno: sentirse dominado por algo de un modo incontrolado, que no nos permite ver más allá del objeto de nuestra pasión. Es fundamento de grandes hazañas, de sueños y de utopías, pero también puede llevar a frustraciones y enfermedades.

Sobre el problema de la relación entre razón y pasión, en la filosofía, como en el caso del deseo, se han planteado dos posturas:

1) La razón debe dominar la pasión porque, de otro modo, ésta se convierte en un impulso que nos domina. Aceptar el dominio de la pasión supondría someter la mente humana a deseos y pulsiones corporales.

2) Sin pasión no hay conocimiento verdadero: cuando se conoce bien algo es necesario hacerlo con pasión, de modo que nos sintamos motivados y "dominados" por aquello que hemos conocido. Hegel reconoció de un modo explícito el valor de la pasión. Para él, nada importante se ha realizado en la historia sin pasión.

martes, 4 de julio de 2023

Jean Jacques Rousseau

Nuestra razón se perfecciona por la actividad de las pasiones: buscamos conocer porque deseamos disfrutar.


Jean Jacques RousseauDiscurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres

lunes, 3 de julio de 2023

Epicteto (55-135 d.C.)

La libertad no se alcanza por la satisfacción de los deseos, sino por la destrucción del deseo.

Epicteto: Máximas