lunes, 13 de febrero de 2023

Historia de las relaciones entre las ideas de naturaleza y cultura

En la Grecia clásica, los sofistas habían distinguido entre lo que es convencional o cultural (variable de una sociedad a otra, como las leyes, las costumbres, etc.) y lo que es por naturaleza, permanente y universal, común a todos los seres humanos. Aristóteles, a su vez, había distinguido entre dos tipos de entes: los que son producto de la naturaleza y los que son producto de las acciones del ser humano, de la técnica.

Durante mucho tiempo, el concepto de naturaleza se configuró como lo opuesto a la cultura, y viceversa. El dualismo cartesiano distingue entre cuerpo y mente. Por un lado, el cuerpo realiza las funciones "naturales" (respirar, comer, etc.). Por otro lado, están los procesos mentales y sus producciones, relacionados con la capacidad de simbolizar de la mente humana. De este modo, se abre una distancia entre los animales, todos ellos seres naturales, y los humanos, fundamentalmente seres culturales.

Rousseau, acentuando la oposición entre lo natural y lo cultural, afirma que cuanto más desarrollo cultural presenta un pueblo más alejadas se encuentran sus gentes de la felicidad y de la moralidad naturales. Por ello, propone una vuelta a la naturaleza.

Ahora bien, Herder puso de manifiesto que tanto la naturaleza como la cultura son componentes del ser humano. La cultura es la segunda naturaleza de la humanidad, el ámbito creado por ella misma. También para Marx la cultura es una segunda naturaleza, ya que el ser humano es un animal social que produce sus propias condiciones de vida.

Por el contrario, pensadores como Freud considerarán la cultura una fuente de represión de la naturaleza. Para este autor, el ser humano es un animal con instintos sexuales y agresivos. Para facilitar la convivencia social, la cultura debe reprimir esas disposiciones primitivas. Pero esta represión obligada causa malestar y culpabilidad.

Esta visión pesimista de la cultura, enfrentada a la naturaleza, es recogida también por la Escuela de Frankfurt. Habermas denuncia que el peligro de la cultura occidental reside en el creciente interés por el dominio de la naturaleza subyacente en el conocimiento y en la acción, y subraya el peligro de que este dominio instrumental eclipse los demás intereses de la humanidad.

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