lunes, 27 de febrero de 2023

Alfred Louis Kroeber (1876-1960)

No es necesario ningún argumento para demostrar que unas cosas de nuestra vida y constitución proceden de la naturaleza, a través de la herencia, y otras nos llegan a través de agentes con los que la herencia nada tiene que ver. No se ha encontrado todavía nadie que afirme que el ser humano nace con un conocimiento inherente de la tabla de multiplicar.

A. L. Kroeber, Lo superorgánico

domingo, 26 de febrero de 2023

De la naturaleza a la cultura: el aprendizaje

El enfrentamiento entre naturaleza y cultura a veces se ha presentado como la disyunción entre aprendizaje (cultura) y herencia (naturaleza). Podemos considerar válida esta distinción en el ámbito de la cultura subjetiva.

La cultura subjetiva se constituye con aquellos conocimientos que adquiere el sujeto a través del proceso de aprendizaje, situándose frente a todo aquello que es producto del instinto o innato. La naturaleza sería lo programado genéticamente, lo que se adquiere durante el desarrollo embrionario.

El debate acerca de la relación entre los aspectos naturales (instintivos o biológicos) de los seres humanos, frente a lo que representa la cultura (educación o sociedad) es muy antiguo, casi tanto como la reflexión sobre qué es el ser humano.

Todos los animales necesitan extraer información del medio en el que viven para mejorar sus posibilidades de supervivencia. A medida que se sube en la escala evolutiva, la capacidad de adquirir conocimiento y de intervenir en el entorno se va haciendo más compleja y creativa.

Muchos animales se comportan exclusivamente de acuerdo con conductas determinadas genéticamente. Ante una situación ambiental se desencadena siempre la misma respuesta. Por ello, carecen de capacidad para controlar de forma voluntaria la mayor parte de sus conductas. Aunque los instintos no definan por completo todas sus acciones, muchos animales nacen preparados para actuar de una manera concreta ante las situaciones que van a encontrar en el nicho ecológico en el que viven. Su aprendizaje se reduce a encadenar unas respuestas con otras.

Las conductas innatas limitan las posibilidades de respuesta. Es la capacidad de aprender la que permite actuar libremente. El aprendizaje hace posible la construcción de la cultura. Solo los animales con esta capacidad generan cultura.

Los mecanismos de aprendizaje de la cultura se basan en los siguientes procesos:

  1. Educación, o enseñanza consciente y programada, mediante la que se adquiere una conducta nueva en función de las consecuencias que de ella se deriven. Se trata del aprendizaje por condicionamiento: un comportamiento adecuado es reforzado por algún tipo de premio o para evitar un castigo.

  2. Imitación de otro sujeto: este tipo de aprendizaje requiere un importante grado de desarrollo del cerebro que permita descubrir la intencionalidad que subyace bajo la conducta a imitar. Esta es la forma habitual de transmisión cultural entre animales.

  3. Asimilación de la información, comunicada oralmente por un emisor o presente en libros, discos o cualquier otro soporte material. Esta última posibilidad es exclusiva de los seres humanos, porque requiere una serie de capacidades como el uso del lenguaje, el razonamiento lógico, etc.

jueves, 16 de febrero de 2023

Sigmund Freud (1856-1939)

Neurólogo y psiquiatra austriaco, creador del psicoanálisis. Sus trabajos mostraron la influencia del inconsciente sobre el psiquismo y abrieron el camino a una nueva interpretación de la conciencia y del sujeto humano. Propuso la necesidad de un análisis crítico de la cultura y la sociedad humana basada en la importancia del deseo y su represión.

lunes, 13 de febrero de 2023

Historia de las relaciones entre las ideas de naturaleza y cultura

En la Grecia clásica, los sofistas habían distinguido entre lo que es convencional o cultural (variable de una sociedad a otra, como las leyes, las costumbres, etc.) y lo que es por naturaleza, permanente y universal, común a todos los seres humanos. Aristóteles, a su vez, había distinguido entre dos tipos de entes: los que son producto de la naturaleza y los que son producto de las acciones del ser humano, de la técnica.

Durante mucho tiempo, el concepto de naturaleza se configuró como lo opuesto a la cultura, y viceversa. El dualismo cartesiano distingue entre cuerpo y mente. Por un lado, el cuerpo realiza las funciones "naturales" (respirar, comer, etc.). Por otro lado, están los procesos mentales y sus producciones, relacionados con la capacidad de simbolizar de la mente humana. De este modo, se abre una distancia entre los animales, todos ellos seres naturales, y los humanos, fundamentalmente seres culturales.

Rousseau, acentuando la oposición entre lo natural y lo cultural, afirma que cuanto más desarrollo cultural presenta un pueblo más alejadas se encuentran sus gentes de la felicidad y de la moralidad naturales. Por ello, propone una vuelta a la naturaleza.

Ahora bien, Herder puso de manifiesto que tanto la naturaleza como la cultura son componentes del ser humano. La cultura es la segunda naturaleza de la humanidad, el ámbito creado por ella misma. También para Marx la cultura es una segunda naturaleza, ya que el ser humano es un animal social que produce sus propias condiciones de vida.

Por el contrario, pensadores como Freud considerarán la cultura una fuente de represión de la naturaleza. Para este autor, el ser humano es un animal con instintos sexuales y agresivos. Para facilitar la convivencia social, la cultura debe reprimir esas disposiciones primitivas. Pero esta represión obligada causa malestar y culpabilidad.

Esta visión pesimista de la cultura, enfrentada a la naturaleza, es recogida también por la Escuela de Frankfurt. Habermas denuncia que el peligro de la cultura occidental reside en el creciente interés por el dominio de la naturaleza subyacente en el conocimiento y en la acción, y subraya el peligro de que este dominio instrumental eclipse los demás intereses de la humanidad.

jueves, 2 de febrero de 2023

Dos ideas: naturaleza y cultura

Con la consolidación de las teorías de la evolución, el ser humano quedó relegado de su papel central en la naturaleza y pasó a ser presentado como un animal más. El proceso de hominización parte de las peculiaridades físicas que caracterizan al animal humano, pero culmina en la consideración de que éste es un animal social productor de cultura. Éste es en realidad el inicio del proceso de humanización.
A partir de la domesticación de los animales y del cultivo de las plantas iniciados en el Neolítico, de ser recolectores y cazadores nómadas los Homo sapiens pasaron a ser agricultores y ganaderos sedentarios. La primera consecuencia de este hecho fue la jerarquización de la sociedad (sacerdotes, guerreros, etc.) y el surgimiento de las ciudades. Este cambio en la forma de vida produjo la aparición de las primeras civilizaciones la conversión del ser humano en un animal cultural.

1. La idea de naturaleza

Los primeros filósofos presocráticos reflexionan acerca de la naturaleza o physis. Nace, de este modo, el primer concepto de naturaleza como cosmos o mundo. Se trata de una totalidad dinámica de elementos.
Para Aristóteles, la idea de naturaleza hace referencia a los seres que se mueven en virtud de su propio modo de ser y finalidad, en contraposición a los seres artificiales. Todo lo que se mueve es movido por otro, llegando así a un primer motor, inmóvil y generador del movimiento. Durante la Edad Media, con la escolástica, la idea de naturaleza mantendrá ese matiz de realidad sometida a cambio.
A partir de la Revolución Científica, se descubren las leyes que rigen ese proceso de movimiento. De este modo, para Descartes, la naturaleza es una máquina que funciona de acuerdo con unas leyes. Durante el Romanticismo, la naturaleza será vista desde una perspectiva más organicista, presentándose como una totalidad viva.
Aunque la consolidación de la idea de cultura, durante el siglo XIX, acentuó la oposición entre naturaleza y cultura, la etología, la sociobiología y la antropología cultural han ido relacionando los elementos de una y otra.
2. La idea de cultura

A la hora de analizar la idea de cultura hay que distinguir entre:

1) Cultura subjetiva: Cuando el término "cultura" se refiere a un sujeto (por ejemplo, "María es culta") se relaciona con la de educación. Cultura en este sentido recoge el significado de la palabra griega paideia.

Cicerón fue el primero en darle esta interpretación: los sujetos deben cultivar su alma de la misma manera que se cultiva la tierra. Desde este punto de vista, una persona cultivada es alguien que se ha educado, esto es, que ha adquirido ciertos conocimientos y habilidades, frente a quienes no han recibido ninguna formación.

La cultura así entendida se refiere a un determinado contexto histórico; por tanto, lo que se considere culto variará en función del momento y del lugar en los que se afirme.

La cultura, en este sentido, es el acervo de conocimiento que adquiere un sujeto en el proceso de aprendizaje en un contexto social.

2) Cultura objetiva: Toda cultura subjetiva se producen en el marco de una cultura objetiva. Por decirlo de algún modo, la cultura subjetiva es la manera en que la cultura objetiva se da en un sujeto.

Durante la Ilustración se diferenció entre una cultura como formación personal y otra sometida a sus propias leyes y, por tanto, objetiva. Pero fue Herder, en el siglo XVIII, quien delimitó el concepto objetivo de cultura como los logros permanentes de los seres humanos: el arte, las ciencias, las costumbres, el lenguaje, etc.

La cultura en sentido objetivo se convierte en todas las producciones que llevan a cabo los seres humanos en un contexto social y que configuran su realidad más inmediata.

De esta manera, todas las actividades que se desarrollan en el seno de una sociedad son cultura: escribir, pasear al perro o cantar una canción. También son culturales todos los objetos producidos por el ser humano independientemente del nivel de complejidad que tengan: un hacha bifaz es cultura y también lo es un helicóptero.