viernes, 24 de marzo de 2023

Dos grupos de ciencias: ciencias humanas y ciencias naturales

La distinción entre naturaleza y cultura se ha utilizado como criterio de demarcación para distinguir entre dos grandes tipos de ciencias. De este modo, Dilthey establece la existencia de unas ciencias del espíritu frente a las ciencias de la naturaleza:
1) Las ciencias del espíritu estudian aquello que es producto de la actividad humana, y su método ha de ser comprensivo.
2) Frente a ellas, se encuentran las ciencias de la naturaleza que se preocupan por elaborar leyes sobre los hechos externos al sujeto que conoce. Por tanto, estas últimas explican.
A su vez, Wilhelm Windelband (1848-1915) indica que el criterio de demarcación no debe ser el contenido, sino la metodología. Señala que existen dos tipos de ciencias:
1) Ideográficas: Estudian lo particular, los hechos individuales, que han de ser comprendidos en su propia singularidad.
2) Nomotéticas: Se ocupan de lo general; son ciencias que intentan elaborar leyes de carácter universal.
Heinrich Rickert (1836-1936) establece claramente la distinción, que tanta influencia habría de tener, entre:
1) Ciencias de la cultura: Tienen como objeto la cultura y sus productos; esto es, los hechos humanos cargados de valores.
2) Ciencias naturales: Intentan captar lo universal y no conllevan ninguna carga axiológica.
La utilización de las distinción entre naturaleza y cultura como criterio de demarcación entre ciencias humanas y ciencias naturales, que tantos éxitos cosechó en la primera mitad del siglo XX, comenzó a ser puesta en entredicho por algunos filósofos de la ciencia.
De este modo, se abre una corriente de pensadores que destacan la imposibilidad de olvidar el contexto histórico-social desde el que se lleva a cabo la investigación científica y que la carga de valores, ya que al fin y al cabo, las ciencias naturales son también un producto cultural. De hecho, el contexto histórico social carga de valores a la investigación científica.

sábado, 18 de marzo de 2023

Wilhelm Dilthey (1833-1911)

Filósofo alemán que diferenció entre "ciencias de la naturaleza" y "ciencias del espíritu" o "ciencias humanas". Con esta distinción pretendía evitar que el estudio del sujeto humano quedara reducido a una explicación natural, destacando la originalidad propia del ser humano y de sus creaciones.

domingo, 12 de marzo de 2023

Dos tipos de realidades: naturales y culturales

La distinción entre la naturaleza y la cultura se presentó como un criterio para distinguir dos realidades: aquella en la que intervienen los seres humanos, la cultura, y aquella ajena a lo humano, la naturaleza.
A partir de la consolidación de un concepto objetivo de cultura, se dan varias formas de entender su relación con la naturaleza:
1) Algunos autores acentúan la oposición entre naturaleza y cultura, estableciendo la cultura como la frontera infranqueable de separación entre los seres humanos y el resto de animales. Se trata, sobre todo, de aquellos que consideran que la cultura tiene que ver con la capacidad de utilizar símbolos abstractos. Así, por ejemplo, Karl Popper, cuando formula la teoría de los tres mundos, sitúa en el mundo 3 el conocimiento objetivo (conjunto de los datos almacenados en libros, películas, etc., que constituyen el fundamento de la objetividad). Éste sería el mundo de la cultura, un espacio autónomo, producto de la creación humana, frente al mundo 1, de las entidades físicas, y al mundo 2, de los estados mentales.
2) La cultura puede ser vista como un elemento integrado en la naturaleza, no considerada como algo ajeno a ella. Desde esta perspectiva, se hablará de culturas animales, entre las que se encuentra la humana. Ésta es la línea en la que trabaja la etología.
3) La cultura se puede considerar un producto emergente del proceso de evolución natural, un producto que se constituye como algo completamente distinto de aquello de lo que ha surgido. Se buscará la excepcionalidad de los productos culturales humanos. En la actualidad, algunos pensadores subrayan que la relación entre naturaleza y cultura no debe entenderse de forma antagónica, sino más bien dialéctica. El proceso de hominización puede ser visto como un camino de relaciones entre naturaleza y cultura. La cultura emerge de un proceso natural y, a su vez, vuelve a actuar sobre ese proceso natural. Del mismo modo, todo comportamiento humano es resultado de la interacción entre componentes biológicos y culturales. El ser humano es un individuo biocultural.

jueves, 9 de marzo de 2023

La cultura como producto social: un espacio exclusivo de los humanos

En el proceso de hominización, los seres humanos se han caracterizado por ser creadores de un espacio cultural propio que paulatinamente se ha ido objetivando. De esta manera, la cultura, que es un producto de la naturaleza, acaba presentándose como algo distinto y opuesto a ella.
En un sentido amplio del concepto de cultura, no habría ningún problema en reconocer que un nido construido por un gorila, es cultura de igual manera que lo es una casa humana.
La diferencia fundamental entre la cultura animal y la humana reside en la complejidad de las producciones culturales humanas, así como en la capacidad para su acumulación facilitada por el lenguaje.
Es precisamente el uso de símbolos lo que ha hecho, además, que la cultura humana cambie de forma relativamente rápida.
La formulación de la idea de cultura objetiva se elabora en el ámbito de la antropología cultural y de la sociología. Una de las definiciones que más repercusiones ha tenido es la siguiente:
Cultura es "aquel todo complejo que incluye el conocimiento, las ciencias, el arte, el derecho, la moral, las costumbres y todos aquellos hábitos y actitudes que el ser humano adquiere en cuanto miembro de una sociedad".
Partiendo de esta definición, podemos señalar una serie de características de la cultura humana:
1) La cultura es un todo complejo: es un conjunto de elementos de diferente índole relacionados entre sí.
2) La cultura trasciende lo orgánico-corporal: el ser humano amplía sus capacidades biológicas de supervivencia mediante la cultura. Y, además, construye una serie de instrumentos que le sirven para mejorar sus posibilidades adaptativas.
3) La cultura es un producto social: aparece en el momento en el que hay un entramado de relaciones sociales. La cultura está constituida, por un lado, por todo aquello que el individuo adquiere a través del aprendizaje en un contexto social y, por otro lado, por todos los objetos, instituciones y relaciones que se generan en este contexto. Por tanto, un sujeto aislado no puede dar origen a una cultura, que es el resultado de la interacción social.

domingo, 5 de marzo de 2023

Instintos, lenguaje y símbolos: aprendizaje y cultura

En el caso del ser humano, la evolución biológica ha sustituido progresivamente el instinto, como respuesta heredada, por el hábito, como respuesta aprendida.

El proceso de hominización puede ser considerado, por tanto, como un camino de progresiva liberación de la dependencia del medio externo. La evolución ha hecho a los seres humanos fundamentalmente culturales.

Los seres humanos nacen con un número reducido de instintos. Algunos sociólogos consideran que un recién nacido sólo tiene dos instintos: chupar y llorar. El resto es cultura. Los etólogos han luchado contra esta idea buscando las conductas preprogramadas del ser humano.

Sin embargo, hay una peculiaridad que determina el proceso de la evolución cultural humana. El ser humano introduce entre el estímulo y la respuesta un elemento nuevo: el símbolo. Los humanos viven en un medio ambiente lingüísticamente conformado.

Con el lenguaje se accede a información que no hace falta experimentar, lo que permite el conocimiento por asimilación como forma específica de adquisición de cultura de los seres humanos.

El lenguaje es el depósito del conocimiento que permite transmitir información y acumularla de generación en generación. Esta característica abre paso al proceso de humanización y a la constitución de un mundo básicamente cultural.

Con el desarrollo de la cultura, el ser humano consigue adaptarse a cualquier ambiente. A partir de la interacción de un conjunto de individuos entre ellos y con los elementos presentes en su entorno se generan unos modos de actuar y se producen unos instrumentos que facilitan la supervivencia del grupo. Se constituye una cultura, que se acumula generación tras generación, hasta el punto de que el mundo de los humanos parece exclusivamente cultural, ajeno a la naturaleza.

Ahora bien, a partir del desarrollo de la sociobiología y de las investigaciones con primates, las fronteras entre naturaleza y cultura basadas en la distinción entre innato y aprendido se disuelven, porque hay conductas que, a pesar de ser innatas, necesitan de un ambiente adecuado para desarrollarse; por ejemplo, la capacidad de construir nidos de los gorilas.

La distinción entre aprendizaje y herencia no sirve para establecer una diferenciación radical entre culturas humanas y culturas animales en sentido objetivo, en tanto que algunos animales son capaces de aprender ciertas conductas que, por tanto, son culturales, no innatas. Por ejemplo, un chimpancé puede utilizar una ramita para extraer termitas del termitero, y este comportamiento no es innato, sino aprendido de otros chimpancés.