sábado, 29 de junio de 2024

¿Qué es una teoría ética?

1. El objeto de la ética

La ética o filosofía moral trata de aclarar en qué consiste lo moral, por qué hemos de comportarnos moralmente y qué consecuencias podemos sacar de la respuesta a esta pregunta para la vida cotidiana. Le preocupa averiguar, por tanto, cuál es la racionalidad de lo moral.
Esto no significa que la ética vaya a considerar a las personas como si sólo fueran seres racionales: los seres humanos poseemos -como dice Xavier Zubiri- una inteligencia sentiente, somos a la vez sentimiento y razón; de forma que ni nuestros sentimientos son puramente irracionales ni nuestra razón fría e insensible. Y esto se muestra con toda claridad en el ámbito moral, en el que hemos de realizar elecciones, porque, al elegir, se ponen en movimiento tanto nuestra capacidad de desear como nuestra inteligencia y razón: si tomamos decisiones es porque deseamos cosas, pero también deseamos hacer elecciones razonables.

2. Diversidad de teorías

Sin embargo, para explicar cuándo una elección es moralmente razonable han nacido distintas teorías éticas, cada una de las cuales ha ofrecido un criterio de racionalidad.

Conocer los criterios de racionalidad tiene la ventaja de que podemos contar con ellos ante los problemas morales. Porque lo importante no será sólo percatarse de que tales problemas existen, sino también aprender a tomar ante ellos buenas decisiones: decisiones humanizadoras, que cuenten con el sentimiento y la razón.

La elección es o inteligencia deseosa o deseo inteligente, y esta clase de principio es el hombre. 
Aristóteles



3. Felicidad y dignidad

Las principales teorías éticas pueden dividirse en dos grupos:
  • Las dos primeras -la aristotélica y la hedonista- nacen en Grecia, en el siglo IV a.C., con la convicción de que la moral consiste en la búsqueda de la felicidad. Por eso -piensan- la ética ha de descubrir qué tipo de racionalidad nos llevará a conseguirla y qué criterio ha de utilizar esa racionalidad.
  • Las dos segundas teorías -la kantiana y la dialógica- surgen, respectivamente, a fines del siglo XVIII y en el último cuarto del XX. Aunque para ambas resulta obvio que los seres humanos deseamos ser felices, consideran que no es ése el verdadero problema moral: la verdadera cuestión moral es si existe algún tipo de seres a los que no se debe manipular, a los que hay que reconocer una dignidad, y qué criterio debemos aplicar al tomar decisiones para respetar realmente esa dignidad.   

viernes, 28 de junio de 2024

La ciencia y la pregunta por la naturaleza

1. Introducción

La ciencia es un modo de conocimiento derivado de los hechos de la experiencia. Aspira a formular leyes y teorías dotadas de rigor y objetividad. Para ello, se sirve del método hipotético-deductivo, basado en la formulación matemática y en la experimentación.

En el último siglo, el desarrollo científico y técnico ha sido tan espectacular que ha transformado el entorno humano y ha suscitado nuevos modos de pensar. En consecuencia, ha abierto nuevos problemas filosóficos.

2. La necesidad de explicarse el mundo

El ser humano siempre ha querido explorar su entorno para satisfacer su curiosidad y responder a la necesidad de sentido. Al principio, se preocupó por lo más próximo a su experiencia. Luego, al distanciarse de la realidad, se preguntó por el universo y el orden de las cosas. A partir de estas preguntas, el ser humano construyó cosmogonías.

A continuación, buscó nuevos instrumentos para ampliar y mejorar la exactitud de sus observaciones, y desechó las opiniones poco rigurosas. Se preguntó por la existencia de algún principio o ley que explicase la regularidad de los acontecimientos. Así nació una primera ciencia del universo o cosmología. En ella se da una integración de la física, las matemáticas y la astronomía.

La cosmología es la parte de la filosofía que estudia el mundo físico. Sus resultados proporcionan una imagen general del mundo. La cosmología es una reflexión crítica, y a lo largo de la historia ha revisado siempre estas imágenes y se ha preguntado por los métodos utilizados. Una de las primeras cuestiones que se planteó fue la relación entre la razón y los sentidos, entre la teoría y la observación. El método científico propiamente dicho surgió como un ensamblaje de ambas, y provocó la sustitución de la cosmología por lo que hoy llamamos ciencia.

3. La ciencia

Se entiende por ciencia "una actividad humana que da lugar a un cuerpo sistemático y organizado de conocimientos que hace uso de leyes y principios generales" (Marx W. Wartofsky). Pero no todas las disciplinas que llamamos científicas satisfacen por igual estos requisitos. No es lo mismo explicar un fenómeno meteorológico que demostrar un teorema matemático o que comprender una emoción.

El problema de la demarcación, o de la delimitación de lo que es y no es ciencia, ha sido siempre una cuestión importante para los científicos. Tradicionalmente, se ha considerado a la física el modelo de ciencia, porque se presta mejor a la verificación empírica de los enunciados. Así, los rasgos característicos de la ciencia son la contrastación con la realidad y la precisión en la formulación, a ser posible matemática.

La ciencia parte del supuesto de la regularidad de los acontecimientos. Si no fuera así, no se podrían formular las leyes que son, al fin y al cabo, expresiones del orden. Sin embargo, tampoco este orden es en principio absoluto, e incluso también el caos y la indeterminación pueden ser expresados mediante las matemáticas.

4. Los diferentes tipos de ciencias

Se suelen clasificar las ciencias en virtud de su objeto de estudio y del método utilizado. Cada modelo de ciencia utiliza una clase específica de enunciados a la que corresponde también un criterio de verdad. Veamos las distinciones más claras entre estos tipos de ciencias.

1) Las ciencias formales

La lógica y las matemáticas, fundamentalmente, no se refieren a objetos observables por los sentidos y no ofrecen, por tanto, información sobre el mundo. Son, precisamente por ello, universales y necesarias. Encuentran su consistencia en la propia coherencia de la razón que las construye.

Sus enunciados se llaman "de razón" o "a priori", porque son construidos por la razón con anterioridad a la experiencia. Un ejemplo es "El todo es mayor que las partes": no hace falta medir los objetos para percatarse de su verdad. Estas ciencias proceden por deducción.

2) Las ciencias empíricas

La física, la biología, etc., parten de la observación de los hechos y, por lo tanto, aportan información sobre el mundo. Por lo mismo, no son universales ni necesarias; son generalizaciones de la experiencia.

Sus enunciados se llaman "de hecho" o "a posteriori", pues se forman a partir de los hechos de la experiencia. Un ejemplo es la ley de la gravedad de Newton, considerada absoluta en su tiempo, pero superada hoy por la teoría de la relatividad de Einstein. La verdad consiste en la correspondencia de lo que se afirma con la realidad, y su método propio es el método hipotético-deductivo.

3) Las ciencias sociales

La historia, la psicología, la economía, etc., son un grupo particular dentro de las ciencias empíricas. Su objeto de estudio son los hechos humanos, caracterizados por la intencionalidad, algo que no es observable. Además, en casi todas estas ciencias, uno mismo es a la vez observador y objeto observado. Por tanto, son ciencias con una capacidad de generalización y de predicción menor y una neutralidad y una objetividad relativas.

En algunas de estas ciencias no se busca tanto una explicación cuanto una comprensión. La explicación busca las causas de los fenómenos, mientras que la comprensión intenta captar su sentido. La hermenéutica es el método propuesto con esta finalidad comprensiva.

miércoles, 5 de junio de 2024

La tradición aristotélica

1. El fin último

Aristóteles parte de un hecho: los seres humanos realizamos nuestras acciones y elecciones por un fin -ser felices- y, por tanto, la felicidad es el fin último que nos proponemos por naturaleza, es decir, de forma inevitable. Pero, además, como somos seres dotados de razón (lógos), actuaremos de acuerdo con ella si, en vez de tomar decisiones precipitadas, deliberamos serenamente y elegimos con inteligencia los medios que conducen a la felicidad. Quien así actúa ejercita la virtud de la prudencia.

2. La persona prudente

Es prudente quien, al elegir, no tiene en cuenta sólo el momento concreto, sino lo que le conviene para el conjunto de su vida. Por eso sopesa los bienes que puede conseguir y establece entre ellos una jerarquía, para obtener en su vida el mayor bien posible. Quien elige pensando sólo en el presente y no en el futuro es imprudente.
Por otra parte, el prudente se propone siempre fines buenos, a diferencia de quien sólo es hábil. Alguien puede ser habilidoso en suministrar venenos y emplear su habilidad para matar. El prudente emplea sus habilidades para fines buenos; en este caso, para sanar. Pero, además, domina otras dos artes:
  • Aplicar los principios morales, que se captan por una intuición intelectual, a los casos concretos. En moral es imprescindible saber aplicar lo general a las situaciones concretas con prudencia, porque cada caso es irrepetible.
  • Discernir qué deseos deben ser satisfechos, porque su satisfacción proporcionará felicidad, y cuáles no (por ejemplo, el deseo de asesinar, de ser hipócrita y servil). Y, en los que deben ser satisfechos, hasta dónde: cuál es el criterio de racionalidad.
Criterio de racionalidad prudencial
Así pues, todo conocedor rehúye el exceso y el defecto, y busca el término medio y lo prefiere; pero el término medio no de la cosa, sino el relativo a nosotros.
Aristóteles

3. El término medio

Según Aristóteles, el valor es un término medio entre la temeridad (exceso) y la cobardía (defecto); la templanza, un término medio entre la vida licenciosa (uso excesivo de los sentidos) y la insensibilidad (uso insuficiente de los sentidos); la generosidad, un término medio entre el despilfarro y la tacañería, y así en las restantes virtudes.
Obra racionalmente -hace uso de una recta razón- quien elige el término medio entre el exceso y el defecto, porque en eso consiste la virtud. Pero no el medio aritmético, sino el que es oportuno para cada uno de nosotros. Una persona habituada a comer mucho puede desfallecer de hambre con lo que le basta a otra que come poco. Un principiante en un deporte puede quedar agotado con un tiempo de entrenamiento insuficiente para un campeón. 

4. Adquirir la prudencia

Para ser prudente es necesario tener ya una aptitud, pero además entrenarse:
  • Saber recordar: La prudencia se funda en la experiencia. Podemos hacer que mejore nuestra vida presente recordando las enseñanzas de la pasada. La memoria es aquí el arte de conservar los recuerdos que se pueden necesitar más tarde.
  • Instruirse: Aprender cuáles son los medios más adecuados en cada caso. El prudente estudia y se informa.
  • Ser circunspecto: Tener en cuenta el mayor número de circunstancias posibles a la hora de tomar una decisión. Los principios son importantes, pero los datos de la situación son fundamentales para tomar decisiones racionales.
  • Agudizar la capacidad para prever el porvenir. Las personas decidimos en condiciones de incertidumbre; así, quien tiene un sexto sentido para prever el futuro hará elecciones más razonables.
Éstas son las características de una racionalidad moral entendida como racionalidad prudencial, tal como Aristóteles las expuso en su Ética a Nicómaco. Esta propuesta ha permanecido hasta nuestros días, con especial vigencia en la Edad Media, en filosofías como las de Averroes (siglo XII) o Santo Tomás de Aquino (siglo XIII). Hoy surge con fuerza en el llamado "movimiento comunitario" (Alasdair MacIntyreMichael WalzerBenjamin Barber) y en la hermenéutica (Hans-Georg Gadamer).