1. Inducción y experiencia
El método científico, o hipotético-deductivo, es un procedimiento inductivo, una generalización de la experiencia. Se llama hipotético porque comienza formulando hipótesis o conjeturas sobre los acontecimientos. Y deductivo porque para poder comprobar esas hipótesis necesita deducir de ellas unos enunciados más simples que puedan ser contrastados.
Francis Bacon, filósofo renacentista, pensaba que la generalización era posible por mera acumulación de observaciones. Y así estableció tablas comparativas para relacionar la presencia o ausencia de un determinado fenómeno junto a otro y poder consignar esas conexiones en leyes.
El método hipotético-deductivo comienza, sin embargo, por la formulación de hipótesis. Es la razón quien pregunta a la naturaleza con una hipótesis y un experimento de modo que la naturaleza responda en los términos o condiciones propuestos. La pregunta se formula en términos matemáticos.
2. Elementos del método hipotético-deductivo
La investigación científica suele comenzar con la observación de los hechos. Esta consiste en la contrastación de los aspectos más relevantes de un fenómeno. Se expresa mediante enunciados protocolarios.
A partir de las observaciones se formula una hipótesis o explicación posible que servirá de guía en la investigación. Las hipótesis surgen, generalmente, de teorías anteriores, aunque también pueden ser elaboradas directamente mediante la razón. En ocasiones son sugeridas por la imaginación o son fruto de la casualidad.
Mediante la lógica y las matemáticas se deducen consecuencias contrastables de esa hipótesis. Se trata de establecer el argumento lógico que prepare la contrastación: "si la hipótesis es verdadera, se tienen que dar este y este otro enunciados implicados por la hipótesis".
La contrastación se realiza, generalmente, mediante un experimento en el que se someten a prueba un número de variables que son controlables. También, y a diferencia del experimento, cuando las condiciones no se pueden preestablecer se acude a la simple observación o experiencia. Si el resultado es favorable, se considera parcialmente comprobada la hipótesis. Si es desfavorable, se rechaza.
Es preciso criticar la contrastación. Tanto la confirmación como la refutación pueden ser debidas a supuestos ajenos a la hipótesis. Además, al tratarse de una inducción incompleta, la confirmación carece de necesidad lógica. Una hipótesis nunca se puede confirmar absolutamente al no poder extenderse a todos los casos posibles. No obstante, la acumulación de resultados favorables permite asignar a la hipótesis un apoyo inductivo suficientemente válido. La refutación, en cambio, sí es concluyente lógicamente. Por eso, es más fácil refutar una hipótesis que confirmarla. Basta un solo caso contrario.
La hipótesis confirmada con suficiente apoyo inductivo se eleva a la categoría de ley. Las leyes son enunciados que tienen forma universal. Expresan conexiones uniformes de los fenómenos, pero no necesarias. Las leyes son válidas provisionalmente en tanto no se refuten con un nuevo experimento u observación. A partir de las leyes, la ciencia formula predicciones, que han de ser igualmente contrastadas.
Las leyes se articulan en una teoría. La ciencia busca sistematizar el conocimiento elaborando teorías que unifiquen las leyes de forma coherente. Estas teorías son sistemas de leyes que proporcionan una comprensión más general y ayudan a elaborar nuevas hipótesis.
3. Naturalismo y convencionalismo
Dos han sido las teorías que básicamente se han propuesto en medios científicos acerca del valor de las leyes y teorías científicas:
1) El naturalismo o realismo defiende que la ciencia explica una realidad independiente y anterior a nuestras observaciones. Las leyes y teorías científicas son objetivas y responden a lo que realmente se da.
2) El convencionalismo niega una realidad independiente de nuestras observaciones. Las leyes y teorías son instrumentos teóricos de la razón para salvar las apariencias de los fenómenos.
4. Los límites de la ciencia
La ciencia es un saber limitado, en primer lugar, por su propia metodología. Karl Popper ha insistido en el carácter no absolutamente cierto y, por tanto, provisional del conocimiento. Según él, se puede considerar válida una hipótesis en tanto no se demuestre su falsedad.
El rigor científico debe llevar siempre a la búsqueda de esa contradicción para acercarse cada vez más a la verdad. Este método se rige más por el criterio de la refutación sucesiva que por el de la verificación acumulada.
A este criterio se le llama principio de falsabilidad: un enunciado es científico si puede ser falsado por la experiencia. Es una postura contraria a todo dogmatismo.
Otra limitación de la ciencia es la reducción a los hechos. No hay posibilidad de conocer aquello de lo que no se tiene experiencia. Así lo afirmó Hume. Por tanto, ante las grandes preguntas o la problemática condición humana, la ciencia mantiene un respetuoso silencio: "Ante lo que no se puede hablar se debe callar", decía Wittgenstein.
La ciencia es un asunto humano, y está sometida a la resistencia social y psicológica de la comunidad científica y de las mentalidades de cada época. Thomas Kuhn ha insistido en la dimensión sociológica de la ciencia: una nueva teoría no es solo resultado de nuevas contrastaciones. Es también una revolución o cambio de paradigma, que conlleva convulsiones internas en el ámbito de la comunidad científica.
Junto a Popper y Kuhn, otros filósofos de la ciencia han insistido en que es una construcción histórica. Imre Lakatos se interesa por la historia interna de la investigación científica, por el itinerario intelectual en que se producen las leyes y las teorías. Por eso, propone que las investigaciones se realicen en el marco de un programa de investigación.
Según Paul Feyerabend, la ciencia ha estado excesivamente constreñida por las reglas metodológicas, y otros saberes como los mitos y la metafísica también son útiles. Por ello, sugiere cierto anarquismo metodológico: "todo vale"; no hay métodos absolutos para llegar a la verdad científica.
La investigación científica ha de ser libre y responsable. No siempre es así. La ética de la responsabilidad insiste en el compromiso con la verdad, la prioridad social de los programas y las exigencias ecológicas.
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