lunes, 2 de septiembre de 2024

La imagen de la realidad en la ciencia clásica

La ciencia da lugar a una imagen general del mundo; a lo largo de la historia se pueden considerar los tres grandes modelos de interpretación que analizaremos a continuación.

1. La ciencia antigua: un universo cerrado

La visión clásica se sustenta en un modelo organicista: el universo es un gran organismo jerarquizado y diferenciado en sus partes. El espacio se concibe cerrado y finito, y su centro es la Tierra (geocentrismo).

Aristóteles pensó el universo dividido en dos niveles: el inferior se encuentra por debajo de la órbita de la Luna y es imperfecto, y el superior se sitúa más allá y es perfecto. En el ámbito inferior, los cuerpos se componen de cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego. En el mundo supralunar, se encuentran las estrellas fijas girando en esferas concéntricas y cristalinas llenas de un quinto elemento llamado éter.

Es un universo dinámico en el que todo lo que se mueve es movido por otro, de manera que en última instancia todo es atraído jerárquica y ordenadamente por un primer motor inmóvil. Es decir, se trata de un universo dotado de una finalidad (teleología).

En el siglo II, Ptolomeo asumió el geocentrismo aristotélico, y atribuyó a los planetas una doble órbita. Así explica el misterio hasta ese momento impenetrable: el aparente desplazamiento hacia atrás de algunos planetas. Su sistema, llamado por los árabes almagesto (el más grande), perduró hasta el Renacimiento.

El cristianismo añadió el concepto de Creación a esta imagen del mundo cerrado y teleológico. Asimiló el primer motor aristotélico con Dios y el orbe supralunar con el cielo. Así se formó la interpretación medieval del mundo centrada en Dios y en el mundo sobrenatural (teocentrismo).

2. La nueva ciencia: el universo abierto

En el Renacimiento se revisó el sistema aristotélico y se inició un cambio de perspectiva cuyas características más destacables son el heliocentrismo, el descubrimiento de las matemáticas como estructura del universo y un nuevo método de conocimiento. Junto a ellas surgió una actitud de dominio de la naturaleza, muy diferente al anterior talante contemplativo, que dio lugar a un gran desarrollo de la técnica.

Copérnico cuestionó el geocentrismo y la división del espacio en dos orbes de la cosmología aristotélica. Situó el Sol en el centro del universo y concibió un mundo homogéneo, en el que la Tierra ya no era el centro.

Galileo revolucionó la física de Aristóteles. Al estudiar la caída libre de los cuerpos, descubrió el movimiento acelerado y consideró que el universo está escrito en clave matemática. Si preguntamos a la realidad con este lenguaje nos desvelará sus leyes.

La ciencia antigua observaba y contemplaba las cualidades del mundo. La ciencia nueva mide y extrae leyes para dominarlo.

Descubrió el método resolutivo-compositivo, hoy llamado hipotético-deductivo. Consiste en reducir la observación a los datos más significativos (resolución) para elaborar una hipótesis (composición) de la que se pueda extraer consecuencias comprobables experimentalmente.

3. El sistema de Newton: el mundo como máquina

Con la caída de la física y la astronomía aristotélicas cayó también la imagen del mundo ordenado teleológicamente por un motor inmóvil. Kepler extendió a todo el orbe celeste las leyes del movimiento propuestas por Galileo. Esto le permitió concebir el universo como una gran máquina, en el que el cielo y la tierra seguían las mismas leyes exactas.

Pero fue Newton quien formuló definitivamente la nueva imagen del mundo. Lo concibió como un espacio homogéneo constituido por masas independientes que se atraen unas a otras en virtud de la fuerza de la gravedad. No solo la Tierra, sino el universo entero está sometido a esta ley de gravitación universal.

Ahora, el universo se concibe como un gran mecanismo de relojería regulado por leyes necesarias y donde el espacio y el tiempo son referencias absolutas de todo movimiento. El universo es infinito, tridimensional y homogéneo, y está regido por un determinismo estricto. Laplace llegó a afirmar que una inteligencia que conociera las leyes del universo y su estado inicial podría predecir cualquier acontecimiento.

El mecanismo perduró hasta bien entrado el siglo XIX, cuando entró en crisis con el descubrimiento del electromagnetismo y por las nuevas teorías evolutivas y genéticas, que ponían en entredicho el fijismo y proponían el azar como explicación de la variación de las especies.

En la década de 1830, Faraday descubrió la inducción electromagnética e introdujo el concepto de campo, que supuso una alternativa a la dinámica basada en la gravedad y su actuación a través del éter. La fuerza que mueve las partículas y las masas ya no viene directamente de ellas, sino de un campo o contexto en el que están situadas.

Las grandes transformaciones científicas del siglo XX deben su éxito, en gran medida, a las matemáticas.

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