sábado, 15 de noviembre de 2025

Metafísica: La crítica a los grandes sistemas

Ninguna reflexión sobre la metafísica y sus pretensiones de totalidad puede resultar completa sin analizar la crítica a la capacidad de la razón para responder a los problemas que la metafísica se plantea.

1. Kant: las ilusiones de la razón

Kant era consciente de la importancia de las investigaciones físicas de Newton y de las aportaciones de la ciencia experimental. Asimismo, estaba impresionado por la filosofía de Hume, que criticó la validez de los grandes conceptos metafísicos, porque no se basan en los datos de la experiencia. Pero Kant también deseaba saber por qué las ciencias habían avanzado espectacularmente en el conocimiento de la naturaleza y la metafísica seguía planteándose los mismos problemas.

Kant pretendía analizar los límites de la razón y estudiar cuáles son las bases de un conocimiento racional fundamentado. Para ello, afirmaba que todo conocimiento debe ser una combinación de los datos de la experiencia y de las categorías del entendimiento. Las matemáticas y la física avanzan porque en ellas se da esta combinación. Sin embargo, la metafísica no se apoya en los datos de la experiencia. Se deja guiar únicamente por la razón, sin contenido empírico alguno. Por eso no avanza y sus conocimientos son ilusorios: las grandes ideas de la metafísica son ilusiones de la razón. No son conocimientos ciertos ni seguros. Es decir, la metafísica no es una ciencia.

A pesar de todo, pensaba Kant, las grandes "ilusiones metafísicas" tienen validez como guías de la acción humana. Y, lo que es más significativo, Kant afirmaba que la razón humana siempre se planteará esas cuestiones generales, aunque sepa que no pueda responderlas adecuadamente.

El trabajo de Kant destronó las pretenciosas ambiciones de la razón teórica, pero también constató que el destino del ser humano era soportar la perplejidad de plantearse preguntas sin una respuesta cierta.

2. Marx: materia, trabajo y sociedad

Marx advirtió la necesidad de pensar la nueva sociedad surgida de la Revolución Industrial, y su revisión del idealismo de Hegel desembocó en una crítica de la naciente sociedad capitalista.

A diferencia de Hegel, Marx pensaba que la realidad fundamental no es la razón ni la conciencia, sino la materia.

Los presupuestos esenciales de la crítica de Marx son tres:

1) Solo existe la materia.

2) Esta se transforma mediante el trabajo humano.

3) Las relaciones humanas tienen una evolución histórica determinada.

La realidad material y la fuerza de la naturaleza son la base de lo real. Pero ante esta realidad se encuentra el ser humano, que transforma la naturaleza mediante su trabajo. Ahora bien, esta transformación sigue una evolución determinada a lo largo de la historia, en la que se distinguen diferentes modos de producción, caracterizados por el modo de trabajo: el esclavismo, el feudalismo y el capitalismo.

En todas estas etapas históricas se mantiene una diferencia esencial: la que existe entre los trabajadores y los propietarios, que tiene su origen en la propiedad privada. Aquellos son cada vez más pobres. Estos son cada vez más ricos. Por eso, analizar lo que sean la realidad y el ser humano supone analizar las formas de trabajo y propiedad, así como la evolución histórica de la sociedad.

3. Nietzsche: la vida y la voluntad

Nietzsche desarrolló un pensamiento de extremada originalidad y gran brillantez de estilo que critica muchas de las aportaciones de la metafísica occidental. Considera que la metafísica ha pretendido encontrar un "mundo real" y seguro frente al "mundo aparente", lleno de imperfecciones, que transmitían los sentidos.

La historia de la metafísica es, en realidad, la "historia de un inmenso error" que supone minusvalorar la vida y los sentidos.

Frente a lo que dicen los grandes sistemas metafísicos, es necesario aceptar radicalmente la vida, que es siempre inseguridad y ensayo, frente a toda seguridad. Este mundo de la vida no puede ser conocido mediante códigos morales ni mediante conceptos abstractos. Debe ser aceptado como tal, y conocerlo supone defender el "instinto de la vida". Toda otra abstracción engaña a la vida.

La aceptación de la vida conlleva el surgimiento de un nuevo tipo de sujeto humano, que no acepte los antiguos códigos morales, la imposición de los dioses o la necesidad de una seguridad más allá de toda apariencia. Este nuevo tipo de sujeto será el superhombre, que reconoce el valor de la vida y la fuerza de su propia voluntad.

4. El positivismo: la metafísica como saber sin fundamento

Comte estaba fascinado por las excelencias de la civilización industrial del siglo XIX. En su obra, planteó la necesidad de la sociología como una ciencia que debía dar cuentra de la nueva situación, que la filosofía no podía explicar. Esta nueva ciencia debía sustituir a la metafísica, que se perdía en abstractas especulaciones, sin proporcionar un conocimiento adecuado de la realidad.

La sociología debía tener un carácter "positivo", es decir, exigía emplear la observación y analizar las leyes que rigen las relaciones entre los fenómenos observables. Las afirmaciones o enunciados de esta nueva ciencia debían referirse siempre a hechos positivos.

La teoría de Comte adolece de muchas imprecisiones, pero apunta una crítica importante: la metafísica no es válida porque no parte de la observación y de los hechos positivos. Fue el origen del llamado positivismo clásico.

A comienzos del siglo XX, se planteó una nueva crítica a la metafísica. Procedía del llamado Círculo de Viena, que reunía a un grupo de físicos y de filósofos que pensaban que la única realidad aceptable era la que mostraba la física. Los pensadores del Círculo de Viena inauguraron el movimiento denominado neopositivismo.

Para los neopositivistas, la metafísica clásica es una actividad intelectual sin sentido. El único modo adecuado de hacer filosofía es hacer filosofía de la ciencia y proponer afirmaciones que puedan someterse al principio de verificación empírica.

5. Wittgenstein: el análisis del lenguaje

Frente a las pretensiones de la metafísica, Wittgenstein afirma que la filosofía debe reducirse al análisis del lenguaje. Y es que el lenguaje es la realidad fundamental humana, y solamente podemos abordar aquello sobre lo que podemos hablar con un lenguaje significativo.

Para Wittgenstein, la filosofía es una actividad que consiste en el análisis y la clarificación lógica de los pensamientos. Como éstos se expresan en el lenguaje, la filosofía deberá pretender alcanzar la claridad máxima en las expresiones lingüísticas. Siempre que hay un problema filosófico es porque hay algo que "anda mal" en el lenguaje.

La filosofía debe clarificar el lenguaje para que los problemas se expresen adecuadamente. En realidad, la única manera de hacer metafísica es convertirla en análisis del lenguaje.

Wittgenstein es el punto de partida de la filosofía analítica, que ha dominado parte de la filosofía del siglo XX. Su interés fundamental es analizar el significado de los enunciados de la metafísica. Como dice Strawson, solo hay dos formas posibles de hacer metafísica:

1) Una metafísica "revisionista", que revisa los problemas filosóficos tradicionales, criticando su sentido.

2) Una metafísica "descriptiva", que describe los límites conceptuales de nuestro lenguaje.

6. El siglo XX: a pesar de todo, un siglo postmetafísico

En el siglo XX solo parecía quedar un lugar para la metafísica: ejercer una labor de clarificación lingüística o bien reflexionar sobre la ciencia. La muerte de la metafísica se había anunciado de formas muy diferentes. Sin embargo, esta muerte no se ha producido, y a lo largo del siglo XX han aparecido propuestas metafísicas de carácter muy diferente.

Muchas de ellas tienen en cuenta las críticas que hemos señalado en esta entrada, pero no renuncian a seguir planteando cuestiones fundamentales acerca de la estructura de lo real y de los principios de las cosas. Siguen compartiendo el impulso esencial de radicalidad que se encuentra tras la investigación metafísica, y continúan haciendo real la sospecha de Kant: la razón humana parece constituida de forma tal que siempre se plantea cuestiones a las que no puede dar una respuesta segura.

Como ha afirmado Habermas, nuestra época es, en cierto modo, un tiempo postmetafísico; sigue pensando algunos de los problemas clásicos de la metafísica, asumiendo las críticas contra las pretensiones exageradas de la razón. Y de un modo más cauto, pero no menos radical, seguimos preguntándonos por el sentido de la realidad. Basta con pensar en los trabajos de Heidegger, de Ortega, de Derrida o de Levinas para advertirlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario