[...] al comienzo, el hombre se generó de animales de otras especies, [lo que se deduce] de que las demás especies se alimentan pronto por sí mismas, mientras que el hombre necesita de un largo tiempo de amamantamiento.
Anaximandro
Historia del pensamiento: autores, textos y problemas filosóficos
[...] al comienzo, el hombre se generó de animales de otras especies, [lo que se deduce] de que las demás especies se alimentan pronto por sí mismas, mientras que el hombre necesita de un largo tiempo de amamantamiento.
Anaximandro
[Dios] hizo al hombre de una forma indefinida y, colocado en el centro del mundo, le habló de esta manera: "No te dimos ningún puesto fijo, ni un rostro propio, ni un oficio particular, ¡oh Adán!, para que el puesto, la imagen y los empleos que desees para ti, los tengas y poseas por tu propia decisión y elección [...]. Te he colocado en el centro del mundo para que volvieran más cómodamente la vista a tu alrededor y miraras todo lo que hay en este mundo. No te hemos hecho ni celeste ni terrestre, ni mortal ni inmortal, para que tú mismo, como modelador y escultor de ti mismo, te forjes la forma que prefieras para ti. Podrás degenerar a lo inferior, con los brutos; o podrás realzarte a la par que las cosas divinas, por tu misma decisión.
Lao-Tse fue uno de los grandes sabios de la antigua China. Su obra, el Libro del Tao (Tao Te Ching, que quiere decir "Libro del camino y la virtud"), es uno de los más antiguos libros del pensamiento chino. Ha ejercido una gran influencia en Oriente y Occidente.
Su enseñanza fundamental consiste en señalar que el verdadero camino de la sabiduría es alcanzar la cima que nos permita vivir de acuerdo con la naturaleza. Consideremos las siguientes afirmaciones del Libro del Tao:
El sabio que se abraza a la unidad es la regla del mundo. Luce, porque no aparece; brilla, porque no se estima. Hace su obra, porque no se empeña. Crece, porque no se cuida. Nadie le disputa nada, porque él no disputa con nadie.
El hombre bueno no se tiene por buen maestro, mientras que el hombre que no es bueno tiene por buenas las riquezas del prójimo (a quien enseña). No estimar el magisterio, no amar los dineros ajenos, aparecer ignorante siendo sabio, es la más alta maravilla.
Sin salir por la puerta se conoce el mundo. Sin mirar por la ventana se ven los caminos del cielo. Así, el hombre perfecto llega sin dar un paso, conoce sin ver, realiza sin hacer nada.
La filosofía nace de la necesidad que tiene el espíritu individual de reflexionar sobre lo que hace, de dar a su acción una forma interior y de sentirse unido por relaciones bien fundamentadas al todo que constituye la sociedad humana.
Quien desee realmente convertirse en filósofo deberá, al menos una vez en la vida, volver sobre sí mismo [...]. Pues la filosofía es una especie de asunto personal del filósofo. Debe elaborarse en tanto que es un pensamiento "suyo".
[...]
Tener espíritu filosófico equivale a ser capaz de asombrarse de los acontecimientos habituales y de las cosas de todos los días, de proponerse como objeto de estudio lo que es más general y más ordinario.
Si entendemos la "democracia" como sinónimo de "regla de la mayoría", ¿deben las minorías obedecer las leyes dictadas por la mayoría?
Y si las decisiones democráticas se validan por lo que opina la mayoría, ¿por qué entonces debemos respetar a la minoría que piensa diferente?
Desobedecer la leyes promulgadas por un dictador no supone ningún cuestionamiento moral. Igualmente ocurre cuando las leyes hayan sido promulgadas por un sistema democrático, pero no han cumplido las condiciones mínimas para su aprobación. Por tanto, la cuestión filosófica central sería si es moralmente razonable negarse a obedecer leyes vigentes en un sistema democrático; o mejor dicho: ¿ cuándo sería moralmente aceptable desobedecer las leyes vigentes en un estado democrático de derecho ?
1. Objeción de conciencia y desobediencia civil
Las Constituciones modernas recogen la posibilidad de realizar una objeción de conciencia, es decir, negarse a cumplir ciertas leyes por motivos morales o religiosos. Por estar en la propia ley, la objeción de conciencia es un derecho y es, obviamente, legal.
Diferente es cuando hablamos de desobediencia civil, que se refiere a la posibilidad de que un ciudadano o grupo de ciudadanos se opongan de forma justificada a las leyes vigentes en su país y no las acaten. Como decíamos más arriba, la desobediencia no presenta ningún problema cuando las leyes han sido promulgadas por un dictador, o cuando el procedimiento democrático no ha cumplido las exigencias legales. Entonces estaríamos ante un autoritarismo, un abuso de la autoridad, y el derecho de resistencia estaría justificado. Por tanto, la posibilidad de desobedecer al derecho aduciendo argumentos sólo aparece como problema moral en un régimen democrático, que representa, así se supone, la voluntad de todos los ciudadanos.
2. La desobediencia civil en la democracia
Las diferentes formas en que puede darse la desobediencia civil (la insumisión, la objeción fiscal, los cortes de carretera o encierros...) no deben considerarse un peligro para la democracia. Más bien, al contrario, se pueden considerar como unos de los rasgos básicos del sistema democrático. Precisamente porque las razones que se presentan para justificar su acción se remiten a los valores que legitiman el Estado de derecho, esto es, a su núcleo moral. En definitiva, se remiten a la idea de que las leyes sólo se legitiman o justifican por el consentimiento libre y voluntario de todos los implicados. Estamos pues ante la necesidad de distinguir entre la obligación moral y la obligación política, es decir, entre los derechos de las personas y los deberes de los ciudadanos.
La importancia de la desobediencia civil radica en que suele ser la última oportunidad para corregir los errores en el proceso de elaboración y aplicación de las leyes. También es importante porque puede servir para presionar hacia una determinada reforma política. De ahí que, de acuerdo con Habermas, podamos considerar la desobediencia civil como una forma de defender la legitimidad, y en cuanto tal debe incluirse en el patrimonio irrenunciable de una cultura política madura.
Es evidente que nunca puede existir la posibilidad legal de desobedecer al derecho, pues sería contradictorio. Por lo tanto, desobedecer al derecho siempre será un delito. Pero si el propio sistema permite cometer el "delito" de desobedecer al derecho, cuando éste ponga en peligro el respeto de las minorías, estaríamos entonces calibrando el grado de democracia alcanzado en cada país.
3. Condiciones para una desobediencia civil justificada
Autores como Rawls y Habermas se han ocupado de establecer las condiciones necesarias para que un acto de desobediencia civil pudiera estar justificado. Estas condiciones pueden resumirse en las siguientes:
1) Tiene que estar moralmente justificada, y para ello no vale el mero recurso de creencias privadas o intereses propios.
2) Tiene que ser un acto público, anunciado de antemano y cuya ejecución sea conocida y calculada por las autoridades.
3) Incluye un propósito de violación de las normas jurídicas concretas, sin poner en cuestión el ordenamiento jurídico en su totalidad.
4) Requiere la disposición a admitir las consecuencias que acarree dicha violación.
5) Tiene un carácter simbólico, es decir, no violento. Debe respetar la integridad física y moral de las personas implicadas o de terceras personas.
6) Su carácter público implica igualmente una dimensión pedagógica. Debe tener el compromiso de explicar a los ciudadanos el porqué de su actuación.
La filosofía debe ser estudiada no por las respuestas concretas a los problemas que plantea [...], sino más bien por el valor de los problemas mismos; porque estos problemas amplían nuestra concepción de lo posible, enriquecen nuestra imaginación intelectual y disminuyen la seguridad dogmática que cierra el espíritu a la investigación; pero, ante todo, porque por la grandeza del Universo que la filosofía contempla, el espíritu se hace a su vez grande, y llegar a ser capaz de asombrarse de la unión con el Universo que constituye su supremo bien.
La filosofía no es una ciencia pura y teórica: es una regla práctica de acción. Más bien, es ella misma una actividad, una energía que busca, mediante discursos y razonamientos, la vida feliz.
Esta palabra de filosofía significa el estudio de la sabiduría. Por sabiduría no se entiende solamente la prudencia en los asuntos prácticos, sino un perfecto conocimiento de todas las cosas que el hombre puede saber, tanto para la conducta de su vida, como para la conservación de su salud y para la invención de las distintas artes.
Un filósofo es alguien que constantemente vive, ve, oye, sospecha, espera, sueña cosas extraordinarias; alguien al que sus propios pensamientos lo golpean como desde fuera [...]; parece un hombre fatal, rodeado siempre de acontecimientos inquietantes. Un filósofo: ay, un ser que con frecuencia huye de sí mismo, que con frecuencia tiene miedo de sí -pero que es demasiado curioso para no "volver a sí" una y otra vez-.
La filosofía es una actitud y una actividad racional, que puede ejercerse en ámbitos distintos. Toma inspiración del arte, de la ciencia, de la literatura, de la sociedad, de la historia. Nada de cuanto es real le es ajeno. Por eso, vive entre "paisajes" diferentes.
El entendimiento debió de ser para el ser humano muy importante [...], capacitándole para inventar y usar el lenguaje, fabricar armas [...], etc., lo que, unido a sus hábitos sociales, le hizo ser [...] señor de todas las criaturas vivientes.
Ch. Darwin, El origen del hombre