El fragmento que presentamos pertenece al relato de un mito hopi sobre el origen de los seres humanos. Los hopi son un pueblo amerindio que vive todavía en las mesetas del norte de Arizona, en EEUU. Eran sedentarios, vivían de la agricultura y habitaban en pequeñas comunidades de casas de adobe:
Al comienzo del tiempo, una chispa de conciencia se encendió en el espacio infinito. Esta chispa era el espíritu del Sol, llamado Tawa. Y Tawa creó el primer mundo: una enorme caverna poblada únicamente por insectos. Tawa observó durante unos instantes cómo se movían y sacudiendo la cabeza pensó que aquella población hormigueante era más bien estúpida. Entonces les envió a la Abuela Araña que dijo a los insectos:
—Tawa, el espíritu del Sol que os ha creado, está descontento con vosotros porque no comprendéis en absoluto el sentido de la vida. Así que me ha ordenado que os conduzca al segundo mundo, que está por encima del techo de vuestra caverna.
Los insectos se pusieron a trepar hacia el segundo mundo. La ascensión era larga, tan larga y tan penosa que, antes de llegar al segundo mundo, muchos de ellos se habían transformado en animales poderosos. Tawa los contempló y dijo:
—Estos nuevos vivientes son tan estúpidos como los del primer mundo. Tampoco parecen capaces de comprender el sentido de la vida.
Entonces pidió a la Abuela Araña que los condujera al tercer mundo. En el transcurso de este nuevo viaje algunos animales se transformaron en hombre. La Abuela Araña enseñó a los hombres la alfarería y el arte del tejido. Los instruyó convenientemente y en la cabeza de hombres y mujeres comenzó a despuntar un destello, una vaga idea del sentido de la vida.
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