La distinción entre la naturaleza y la cultura se presentó como un criterio para distinguir dos realidades: aquella en la que intervienen los seres humanos, la cultura, y aquella ajena a lo humano, la naturaleza.
A partir de la consolidación de un concepto objetivo de cultura, se dan varias formas de entender su relación con la naturaleza:
1) Algunos autores acentúan la oposición entre naturaleza y cultura, estableciendo la cultura como la frontera infranqueable de separación entre los seres humanos y el resto de animales. Se trata, sobre todo, de aquellos que consideran que la cultura tiene que ver con la capacidad de utilizar símbolos abstractos. Así, por ejemplo, Karl Popper, cuando formula la teoría de los tres mundos, sitúa en el mundo 3 el conocimiento objetivo (conjunto de los datos almacenados en libros, películas, etc., que constituyen el fundamento de la objetividad). Éste sería el mundo de la cultura, un espacio autónomo, producto de la creación humana, frente al mundo 1, de las entidades físicas, y al mundo 2, de los estados mentales.
2) La cultura puede ser vista como un elemento integrado en la naturaleza, no considerada como algo ajeno a ella. Desde esta perspectiva, se hablará de culturas animales, entre las que se encuentra la humana. Ésta es la línea en la que trabaja la etología.
3) La cultura se puede considerar un producto emergente del proceso de evolución natural, un producto que se constituye como algo completamente distinto de aquello de lo que ha surgido. Se buscará la excepcionalidad de los productos culturales humanos. En la actualidad, algunos pensadores subrayan que la relación entre naturaleza y cultura no debe entenderse de forma antagónica, sino más bien dialéctica. El proceso de hominización puede ser visto como un camino de relaciones entre naturaleza y cultura. La cultura emerge de un proceso natural y, a su vez, vuelve a actuar sobre ese proceso natural. Del mismo modo, todo comportamiento humano es resultado de la interacción entre componentes biológicos y culturales. El ser humano es un individuo biocultural.
A partir de la consolidación de un concepto objetivo de cultura, se dan varias formas de entender su relación con la naturaleza:
1) Algunos autores acentúan la oposición entre naturaleza y cultura, estableciendo la cultura como la frontera infranqueable de separación entre los seres humanos y el resto de animales. Se trata, sobre todo, de aquellos que consideran que la cultura tiene que ver con la capacidad de utilizar símbolos abstractos. Así, por ejemplo, Karl Popper, cuando formula la teoría de los tres mundos, sitúa en el mundo 3 el conocimiento objetivo (conjunto de los datos almacenados en libros, películas, etc., que constituyen el fundamento de la objetividad). Éste sería el mundo de la cultura, un espacio autónomo, producto de la creación humana, frente al mundo 1, de las entidades físicas, y al mundo 2, de los estados mentales.
2) La cultura puede ser vista como un elemento integrado en la naturaleza, no considerada como algo ajeno a ella. Desde esta perspectiva, se hablará de culturas animales, entre las que se encuentra la humana. Ésta es la línea en la que trabaja la etología.
3) La cultura se puede considerar un producto emergente del proceso de evolución natural, un producto que se constituye como algo completamente distinto de aquello de lo que ha surgido. Se buscará la excepcionalidad de los productos culturales humanos. En la actualidad, algunos pensadores subrayan que la relación entre naturaleza y cultura no debe entenderse de forma antagónica, sino más bien dialéctica. El proceso de hominización puede ser visto como un camino de relaciones entre naturaleza y cultura. La cultura emerge de un proceso natural y, a su vez, vuelve a actuar sobre ese proceso natural. Del mismo modo, todo comportamiento humano es resultado de la interacción entre componentes biológicos y culturales. El ser humano es un individuo biocultural.
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