viernes, 26 de julio de 2024

Juzgar con compasión

1. No sólo justicia y autonomía

La teoría de Kohlberg es quizá la formulación más completa del desarrollo moral con la que contamos actualmente. Sin embargo, como cualquier teoría, tiene puntos débiles. Aquí nos limitaremos a comentar las objeciones de aquellos que consideran, con toda razón, que en el desarrollo de la conciencia moral es preciso contar con otros componentes además de la justicia y la autonomía.

Carol Gilligan
2. Compasión y responsabilidad


En este sentido, Carol Gilligan (n. 1936), discípula de Kohlberg, insiste en que hay al menos dos formas de conciencia moral: la que juzga sólo desde la justicia y la autonomía, y la que tiene en cuenta también la compasión y la responsabilidad. Alcanzar la madurez moral no consiste sólo en llegar a ser justo y autónomo, sino también en lograr ser compasivo y capaz de responsabilizarse de aquellos que nos están encomendados.

3. ¿Dos voces diferentes?

Carol Gilligan llegó a estas conclusiones al percatarse de que la mayoría de los psicólogos (FreudPiagetKohlberg) cuentan en sus investigaciones sólo con varones y no con mujeres, y además con varones occidentales, nacidos en democracias liberales. Como un nutrido número de mujeres no responde a sus investigaciones como ellos desean para respaldar sus hipótesis, concluyen que las mujeres muestran una conducta "desviada", en vez de reconocer que es sencillamente diferente.
Normalmente se educa a los varones en Occidente para que se hagan cargo de la vida pública, y por eso se entiende que han de ser individuos autónomos, con un sentido de la justicia que les permita hacer contratos y cumplirlos. A las mujeres, por el contrario, se les educa en la compasión y la responsabilidad para que se queden en la vida privada y atiendan al esposo, los hijos y los parientes incapacitados.

4. Dos voces complementarias

Sin embargo, esto no significa que realmente se pueda adscribir a cada uno de los sexos una forma de entender la moral, porque los cuatro ingredientes mencionados (justicia, autonomía, compasión y responsabilidad) son indispensables para alcanzar la madurez moral. Por tanto, que predomine uno u otro en una persona es una cuestión individual, más que una característica del sexo entero.
Lo bien cierto es que hay al menos dos voces morales, en las que han de expresarse tanto las mujeres como los varones:
  • La voz de la justicia, que consiste en juzgar sobre lo bueno y lo malo situándose en una perspectiva universal, más allá de las convenciones sociales y el gregarismo grupal. Esta perspectiva recibe el nombre de "imparcialidad".
  • La voz de la compasión por los que precisan de ayuda, que son responsabilidad nuestra, empezando por los más cercanos.
Al fin y al cabo, no hay verdadera justicia sin solidaridad con los débiles, ni auténtica solidaridad sin una base de justicia. 

jueves, 25 de julio de 2024

Tomás Moro, un hombre para la eternidad

Tomás Moro nace en Londres el 7 de febrero de 1478, cuando la Edad Media se encuentra próxima a su fin y la sociedad europea muestras ya rasgos que caracterizan al Renacimiento.

Después de la formación inicial, pasa a ser pupilo de Juan Morton, cardenal-arzobispo de Canterbury y canciller del rey Enrique VII. Su estancia en el séquito de Morton sirvió a Moro para profundizar en sus estudios teóricos y formar su carácter. Aconsejado por el propio cardenal, Moro continúa sus estudios en Oxford, donde consolida su formación intelectual con los estudios clásicos y el conocimiento de la Biblia. Más tarde, presionado por su padre, cursa la carrera de abogado en Londres.
A pesar de ello, no eran las leyes su verdadera pasión, sino el humanismo. Aquí será decisivo su contacto con Erasmo de Rotterdam, personaje clave entre los humanistas y autor de la famosa obra Elogio de la locura, que dedica a Moro en prueba de amistad. El humanismo de Moro combina la formación clásica, la afición literaria y la devoción cristiana. Erasmo lo presenta como un modelo para la "inteligencia europea".

Moro fue hombre de familia y concebía a ésta como una "escuela de virtud". En efecto, allí se cultivaba la formación religiosa, el estudios de las lenguas clásicas y la instrucción humanista y científica. Moro ejercía de educador principal en este ámbito académico-familiar.

Tomás Moro y su familia, óleo de R. Lockey (1593)

1. Una brillante carrera política

En 1504, Moro es elegido miembro del Parlamento y allí ataca con vigor la rapacidad, el poder absoluto y la tiranía del rey Enrique VIIMoro defiende la monarquía, pero limitada por la ley y el Parlamento. Ello le acarrea una multa de 100 libras, una corta estancia en la prisión de la Torre de Londres y la retirada temporal de la vida pública.

Al acceder al trono Enrique VIII, del que Tomás Moro era buen amigo, vuelve a la vida pública: se le nombra alguacil de Londres, cargo con importantes poderes administrativos y judiciales.
Interviene asimismo como embajador de Inglaterra en distintas y decisivas misiones diplomáticas, tanto económicas como políticas. Moro siempre abogó por la paz y el entendimiento entre las naciones, aunque el rey no siempre atendiera sus consejos, como en el caso de la guerra contra Francia.

Su éxito en tales cargos y el prestigio que adquiere como jurista le llevan a ser nombrado, sucesivamente, presidente de la Cámara de los Comunes y Lord Canciller de Inglaterra, siendo el primer laico en llegar a tan alto cargo.

2. La caída en desgracia

Al nombrar canciller a Moro, el rey Enrique VIII pensaba encontrar en él apoyo para conseguir el divorcio de su esposa Catalina de Aragón y el posterior matrimonio con Ana Bolena. Moro se opone a las pretensiones del rey y renuncia a su cargo de canciller alegando motivos de conciencia: había jurado "pensar antes que nada en Dios y después en su soberano". Enrique VIII sigue con sus planes: rompe con la Iglesia de Roma, se casa con Ana Bolena y se autoproclama jefe de la Iglesia de Inglaterra mediante el "Acta de Supremacía". Moro no asiste a la boda y se niega a prestar juramento a un acta que suponía la ruptura de la unidad de la Iglesia y la consolidación del poder absoluto de Enrique VIII.

Las consecuencias no se hacen esperar: Moro es encarcelado en la Torre de Londres, sentenciado como traidor al rey y decapitado el 6 de julio de 1535. Moro afrontó la muerte con serenidad y sin perder en ningún momento el sentido del humor; prueba de ello es que le dijo a su verdugo que no dañase la barba que le había crecido en prisión porque ella "no era culpable de nada".
La ejecución de Moro afectó a todos los humanistas y causó una gran conmoción en Europa. La imagen de traidor nunca fue creída, incluso por los propios protestantes. Moro quedó en la memoria del pueblo inglés como el buen juez y el gran humanista que fue. La Iglesia católica lo canonizó y lo reconoció santo.

El caso de Tomás Moro ha quedado como ejemplo del hombre que sacrifica su vida para obedecer a la voz de su conciencia. Sus decisiones están orientadas por criterios éticos de carácter universalista, en vez de regirse por principios egoístas y de acomodación al grupo social: no decidió en razón de sus intereses personales, ni buscando la aceptación de las autoridades y de su sociedad. Si lo hubiera hecho así, su vida habría sido, quizás, más larga y menos accidentada, pero también, seguro, menos satisfactoria.

3. La obra de Moro

La obra más importante de Moro lleva por título Utopía, cuyo significado literal es "en ningún lugar". Esta obra tiene dos partes: en la primera, Moro se ocupa de criticar la política de su tiempo, especialmente la tiranía absolutista y la avidez de riquezas y de poder de los gobernantes; en la segunda, describe una sociedad ideal, la de la Isla de Utopía, en la que las instituciones y la política están enteramente gobernadas por la razón.

Los habitantes de Utopía practican una economía sin propiedad privada, basada en el cultivo de la tierra y en la distribución equitativa de los bienes. Trabajan seis horas diarias y dedican el resto del tiempo al ocio y a la formación cultural. Entre ellos reina el pluralismo religioso y son tolerantes en materia sexual.

En definitiva, los valores básicos de esta Comunidad Humanista son la igualdad, la libertad y el cultivo del espíritu. En la Isla de Utopía reina un poder superior al del Estado, a saber, el del hombre.


Discutir y decidir en Utopía
A veces el asunto es llevado ante el Consejo de toda la isla. Además el Consejo también tiene la costumbre de no discutir ni razonar ningún asunto el mismo día que se propone o expone por primera vez, sino que la aplaza hasta la próxima sesión del Consejo, para que nadie, cuando ha hablado allí precipitadamente de lo primero que le ha venido a la punta de la lengua, tenga después que estudiar, más por razones con las cuales defender y mantener su primera imprudente sentencia, que por el bien de la república, como uno que más quiere el mal o el impedimento de la república que ninguna pérdida o disminución de su propia estimación, y como si se avergonzara (lo cual es una vergüenza muy tonta) de reconsiderar alguna precipitación en el inicio del asunto quien al principio debiera haber hablado con más prudencia que con prisas o temeridad.

Tomás MoroUtopía

miércoles, 24 de julio de 2024

El método científico

1. Inducción y experiencia

El método científico, o hipotético-deductivo, es un procedimiento inductivo, una generalización de la experiencia. Se llama hipotético porque comienza formulando hipótesis o conjeturas sobre los acontecimientos. Y deductivo porque para poder comprobar esas hipótesis necesita deducir de ellas unos enunciados más simples que puedan ser contrastados.

Francis Bacon, filósofo renacentista, pensaba que la generalización era posible por mera acumulación de observaciones. Y así estableció tablas comparativas para relacionar la presencia o ausencia de un determinado fenómeno junto a otro y poder consignar esas conexiones en leyes.

El método hipotético-deductivo comienza, sin embargo, por la formulación de hipótesis. Es la razón quien pregunta a la naturaleza con una hipótesis y un experimento de modo que la naturaleza responda en los términos o condiciones propuestos. La pregunta se formula en términos matemáticos.

2. Elementos del método hipotético-deductivo

3. Naturalismo y convencionalismo

Dos han sido las teorías que básicamente se han propuesto en medios científicos acerca del valor de las leyes y teorías científicas:

1) El naturalismo o realismo defiende que la ciencia explica una realidad independiente y anterior a nuestras observaciones. Las leyes y teorías científicas son objetivas y responden a lo que realmente se da.

2) El convencionalismo niega una realidad independiente de nuestras observaciones. Las leyes y teorías son instrumentos teóricos de la razón para salvar las apariencias de los fenómenos.

4. Los límites de la ciencia
Los espectaculares avances de la ciencia y la tecnología pueden suscitar la creencia de que son actividades ilimitadas, tanto en sus explicaciones como en su capacidad de contribuir al progreso humano. Nada más alejado del mismo concepto de ciencia, siempre abierta, cautelosa y crítica.

La ciencia es un saber limitado, en primer lugar, por su propia metodología. Karl Popper ha insistido en el carácter no absolutamente cierto y, por tanto, provisional del conocimiento. Según él, se puede considerar válida una hipótesis en tanto no se demuestre su falsedad.

El rigor científico debe llevar siempre a la búsqueda de esa contradicción para acercarse cada vez más a la verdad. Este método se rige más por el criterio de la refutación sucesiva que por el de la verificación acumulada.

A este criterio se le llama principio de falsabilidad: un enunciado es científico si puede ser falsado por la experiencia. Es una postura contraria a todo dogmatismo.

Otra limitación de la ciencia es la reducción a los hechos. No hay posibilidad de conocer aquello de lo que no se tiene experiencia. Así lo afirmó Hume. Por tanto, ante las grandes preguntas o la problemática condición humana, la ciencia mantiene un respetuoso silencio: "Ante lo que no se puede hablar se debe callar", decía Wittgenstein.

La ciencia es un asunto humano, y está sometida a la resistencia social y psicológica de la comunidad científica y de las mentalidades de cada época. Thomas Kuhn ha insistido en la dimensión sociológica de la ciencia: una nueva teoría no es solo resultado de nuevas contrastaciones. Es también una revolución o cambio de paradigma, que conlleva convulsiones internas en el ámbito de la comunidad científica.

Junto a Popper y Kuhn, otros filósofos de la ciencia han insistido en que es una construcción histórica. Imre Lakatos se interesa por la historia interna de la investigación científica, por el itinerario intelectual en que se producen las leyes y las teorías. Por eso, propone que las investigaciones se realicen en el marco de un programa de investigación.

Según Paul Feyerabend, la ciencia ha estado excesivamente constreñida por las reglas metodológicas, y otros saberes como los mitos y la metafísica también son útiles. Por ello, sugiere cierto anarquismo metodológico: "todo vale"; no hay métodos absolutos para llegar a la verdad científica.

La investigación científica ha de ser libre y responsable. No siempre es así. La ética de la responsabilidad insiste en el compromiso con la verdad, la prioridad social de los programas y las exigencias ecológicas.

martes, 9 de julio de 2024

Karl Popper (1902-1994)

Filósofo de origen austriaco, profesor de la London School of Economics de Londres. Fue uno de los más importantes filósofos de la ciencia del siglo XX. Propuso el concepto de "falsabilidad" como rasgo esencial del método científico. Defensor del liberalismo, mantuvo la necesidad de crear una "sociedad abierta" frente a todo totalitarismo.