sábado, 15 de noviembre de 2025

Metafísica: La crítica a los grandes sistemas

Ninguna reflexión sobre la metafísica y sus pretensiones de totalidad puede resultar completa sin analizar la crítica a la capacidad de la razón para responder a los problemas que la metafísica se plantea.

1. Kant: las ilusiones de la razón

Kant era consciente de la importancia de las investigaciones físicas de Newton y de las aportaciones de la ciencia experimental. Asimismo, estaba impresionado por la filosofía de Hume, que criticó la validez de los grandes conceptos metafísicos, porque no se basan en los datos de la experiencia. Pero Kant también deseaba saber por qué las ciencias habían avanzado espectacularmente en el conocimiento de la naturaleza y la metafísica seguía planteándose los mismos problemas.

Kant pretendía analizar los límites de la razón y estudiar cuáles son las bases de un conocimiento racional fundamentado. Para ello, afirmaba que todo conocimiento debe ser una combinación de los datos de la experiencia y de las categorías del entendimiento. Las matemáticas y la física avanzan porque en ellas se da esta combinación. Sin embargo, la metafísica no se apoya en los datos de la experiencia. Se deja guiar únicamente por la razón, sin contenido empírico alguno. Por eso no avanza y sus conocimientos son ilusorios: las grandes ideas de la metafísica son ilusiones de la razón. No son conocimientos ciertos ni seguros. Es decir, la metafísica no es una ciencia.

A pesar de todo, pensaba Kant, las grandes "ilusiones metafísicas" tienen validez como guías de la acción humana. Y, lo que es más significativo, Kant afirmaba que la razón humana siempre se planteará esas cuestiones generales, aunque sepa que no pueda responderlas adecuadamente.

El trabajo de Kant destronó las pretenciosas ambiciones de la razón teórica, pero también constató que el destino del ser humano era soportar la perplejidad de plantearse preguntas sin una respuesta cierta.

2. Marx: materia, trabajo y sociedad

Marx advirtió la necesidad de pensar la nueva sociedad surgida de la Revolución Industrial, y su revisión del idealismo de Hegel desembocó en una crítica de la naciente sociedad capitalista.

A diferencia de Hegel, Marx pensaba que la realidad fundamental no es la razón ni la conciencia, sino la materia.

Los presupuestos esenciales de la crítica de Marx son tres:

1) Solo existe la materia.

2) Esta se transforma mediante el trabajo humano.

3) Las relaciones humanas tienen una evolución histórica determinada.

La realidad material y la fuerza de la naturaleza son la base de lo real. Pero ante esta realidad se encuentra el ser humano, que transforma la naturaleza mediante su trabajo. Ahora bien, esta transformación sigue una evolución determinada a lo largo de la historia, en la que se distinguen diferentes modos de producción, caracterizados por el modo de trabajo: el esclavismo, el feudalismo y el capitalismo.

En todas estas etapas históricas se mantiene una diferencia esencial: la que existe entre los trabajadores y los propietarios, que tiene su origen en la propiedad privada. Aquellos son cada vez más pobres. Estos son cada vez más ricos. Por eso, analizar lo que sean la realidad y el ser humano supone analizar las formas de trabajo y propiedad, así como la evolución histórica de la sociedad.

3. Nietzsche: la vida y la voluntad

Nietzsche desarrolló un pensamiento de extremada originalidad y gran brillantez de estilo que critica muchas de las aportaciones de la metafísica occidental. Considera que la metafísica ha pretendido encontrar un "mundo real" y seguro frente al "mundo aparente", lleno de imperfecciones, que transmitían los sentidos.

La historia de la metafísica es, en realidad, la "historia de un inmenso error" que supone minusvalorar la vida y los sentidos.

Frente a lo que dicen los grandes sistemas metafísicos, es necesario aceptar radicalmente la vida, que es siempre inseguridad y ensayo, frente a toda seguridad. Este mundo de la vida no puede ser conocido mediante códigos morales ni mediante conceptos abstractos. Debe ser aceptado como tal, y conocerlo supone defender el "instinto de la vida". Toda otra abstracción engaña a la vida.

La aceptación de la vida conlleva el surgimiento de un nuevo tipo de sujeto humano, que no acepte los antiguos códigos morales, la imposición de los dioses o la necesidad de una seguridad más allá de toda apariencia. Este nuevo tipo de sujeto será el superhombre, que reconoce el valor de la vida y la fuerza de su propia voluntad.

4. El positivismo: la metafísica como saber sin fundamento

Comte estaba fascinado por las excelencias de la civilización industrial del siglo XIX. En su obra, planteó la necesidad de la sociología como una ciencia que debía dar cuentra de la nueva situación, que la filosofía no podía explicar. Esta nueva ciencia debía sustituir a la metafísica, que se perdía en abstractas especulaciones, sin proporcionar un conocimiento adecuado de la realidad.

La sociología debía tener un carácter "positivo", es decir, exigía emplear la observación y analizar las leyes que rigen las relaciones entre los fenómenos observables. Las afirmaciones o enunciados de esta nueva ciencia debían referirse siempre a hechos positivos.

La teoría de Comte adolece de muchas imprecisiones, pero apunta una crítica importante: la metafísica no es válida porque no parte de la observación y de los hechos positivos. Fue el origen del llamado positivismo clásico.

A comienzos del siglo XX, se planteó una nueva crítica a la metafísica. Procedía del llamado Círculo de Viena, que reunía a un grupo de físicos y de filósofos que pensaban que la única realidad aceptable era la que mostraba la física. Los pensadores del Círculo de Viena inauguraron el movimiento denominado neopositivismo.

Para los neopositivistas, la metafísica clásica es una actividad intelectual sin sentido. El único modo adecuado de hacer filosofía es hacer filosofía de la ciencia y proponer afirmaciones que puedan someterse al principio de verificación empírica.

5. Wittgenstein: el análisis del lenguaje

Frente a las pretensiones de la metafísica, Wittgenstein afirma que la filosofía debe reducirse al análisis del lenguaje. Y es que el lenguaje es la realidad fundamental humana, y solamente podemos abordar aquello sobre lo que podemos hablar con un lenguaje significativo.

Para Wittgenstein, la filosofía es una actividad que consiste en el análisis y la clarificación lógica de los pensamientos. Como éstos se expresan en el lenguaje, la filosofía deberá pretender alcanzar la claridad máxima en las expresiones lingüísticas. Siempre que hay un problema filosófico es porque hay algo que "anda mal" en el lenguaje.

La filosofía debe clarificar el lenguaje para que los problemas se expresen adecuadamente. En realidad, la única manera de hacer metafísica es convertirla en análisis del lenguaje.

Wittgenstein es el punto de partida de la filosofía analítica, que ha dominado parte de la filosofía del siglo XX. Su interés fundamental es analizar el significado de los enunciados de la metafísica. Como dice Strawson, solo hay dos formas posibles de hacer metafísica:

1) Una metafísica "revisionista", que revisa los problemas filosóficos tradicionales, criticando su sentido.

2) Una metafísica "descriptiva", que describe los límites conceptuales de nuestro lenguaje.

6. El siglo XX: a pesar de todo, un siglo postmetafísico

En el siglo XX solo parecía quedar un lugar para la metafísica: ejercer una labor de clarificación lingüística o bien reflexionar sobre la ciencia. La muerte de la metafísica se había anunciado de formas muy diferentes. Sin embargo, esta muerte no se ha producido, y a lo largo del siglo XX han aparecido propuestas metafísicas de carácter muy diferente.

Muchas de ellas tienen en cuenta las críticas que hemos señalado en esta entrada, pero no renuncian a seguir planteando cuestiones fundamentales acerca de la estructura de lo real y de los principios de las cosas. Siguen compartiendo el impulso esencial de radicalidad que se encuentra tras la investigación metafísica, y continúan haciendo real la sospecha de Kant: la razón humana parece constituida de forma tal que siempre se plantea cuestiones a las que no puede dar una respuesta segura.

Como ha afirmado Habermas, nuestra época es, en cierto modo, un tiempo postmetafísico; sigue pensando algunos de los problemas clásicos de la metafísica, asumiendo las críticas contra las pretensiones exageradas de la razón. Y de un modo más cauto, pero no menos radical, seguimos preguntándonos por el sentido de la realidad. Basta con pensar en los trabajos de Heidegger, de Ortega, de Derrida o de Levinas para advertirlo.

viernes, 14 de noviembre de 2025

El multiculturalismo

1. ¿Qué es el multiculturalismo?

En las sociedades pluralistas no sólo conviven personas con distintas concepciones de felicidad, sino también personas de diferentes culturas. Como normalmente la cultura preponderante en cada sociedad es una sola, quienes pertenecen a las restantes culturas, no sólo no se sienten identificados con ella, sino que frecuentemente se sienten marginados y relegados por ella.
Multiculturalismo, en sentido amplio, ha venido a significar la convivencia de diversos grupos sociales en una misma comunidad política, algunos de los cuales no comparten la cultura que impregna la corriente central de la sociedad. Una de las tareas morales de esa sociedad consiste entonces en intentar crear una identidad que no prescinda de las diferencias culturales, sino que las integre. Lo cual exige, en principio, reconocer que esas culturas tienen derecho a existir, pero también tener en cuenta sus peculiaridades a la hora de configurar la identidad cultural común a todos.
Para lograrlo existen diversos caminos, pero el más prometedor es el interculturalismo, que propone no sólo la convivencia, sino el diálogo entre las diferentes culturas, para que puedan descrubrirse los valores comunes a todas ellas y aprendan a respetar lo que no son idénticos. El interculturalismo pide una relación convivencial plena entre los distintos grupos.

El valor de las diversas culturas

Es razonable suponer que las culturas que han aportado un horizonte de significado para gran cantidad de seres humanos de diversos caracteres y temperamentos durante un largo periodo -en otras palabras, que han articulado un sentido del bien, de lo sagrado, de lo admirable- casi ciertamente deben tener algo que merece nuestra admiración y nuestro respeto, aun si éste se acompaña de lo mucho que debemos aborrecer y rechazar. Tal vez podamos decirlo de otra manera: se necesita una arrogancia suprema para descartar a priori esta posibilidad.

Charles TaylorEl multiculturalismo y la "Política del reconocimiento"

Monumento Block der Frauen en la plaza Rosenstrasse de Berlín

2. Dificultades más frecuentes

El multiculturalismo plantea problemas, que suelen tener causas como las siguientes:
  • La desconfianza entre los distintos grupos culturales.
  • El desconocimiento, que lleva a fiarse de estereotipos injustificados ("los árabes son vagos", "los judíos son avaros", "los gitanos son mala gente").
  • La falta de información sobre las distintas culturas.
  • La escasa participación de los grupos minoritarios en la vida pública, lo cual comporta marginación.
  • La tendencia a considerar que la propia cultura es la buena y que las demás no aportan nada positivo.

3. Discriminación positiva y sistema de cuotas


Aunque parezca que algunos grupos sociales están impregnados de culturas distintas a la prevalente, como es el caso de las mujeres, los discapacitados, los homosexuales y algunos grupos de jóvenes, no se trata de culturas específicas. Estos grupos más bien poseen algunas características diferenciales y exigen que se respeten esas diferencias.
Como se trata de grupos tradicionalmente desfavorecidos, piden en ocasiones que se practique en su favor una discriminación positiva o que se instaure algún sistema de cuotas para logar situarse al mismo nivel de consideración social que los demás grupos.
Hablamos de discriminación positiva cuando, en igualdad de condiciones entre dos personas, se prefiere a aquella que pertenece a un grupo tradicionalmente marginado. Por ejemplo, a una mujer en vez de un varón.
Hablamos de un sistema de cuotas cuando se obliga a asignar un número determinado de puestos a personas pertenecientes a un grupo tradicionalmente marginado. Por ejemplo, a contratar a un número determinado de personas de color para rodar una película.
En ambos casos se pretende acostumbrar a la sociedad a contar con las personas de ese grupo en pie de igualdad. Por eso son provisionales: cuando se ha logrado que reciban igual consideración, estos procedimientos dejan de tener sentido.

4. Definición de cultura

Cultura es el conjunto de creencias, valores, costumbres y conductas que orientan la vida de los miembros de un grupo, así como el conjunto de instrumentos de que hacen uso en las acciones entre ellos y con el medio, todo lo cual se transmite de generación en generación mediante aprendizaje y lleva a los miembros del grupo a cobrar su identidad.

5. Acciones básicas hacia otras culturas

En general, el contacto entre culturas se establece desde una de las siguientes posiciones:

1.- Etnocentrismo: Una cultura se considera superior y, por tanto, medida de todas las demás. La consecuencia es la incomprensión y, en la mayor parte de los casos, la falta de respeto.
2.- Relativismo cultural: Cada cultura ha de valorarse desde sus propios valores. Lleva a la falta de interés de unas culturas por otras. Ninguna se esfuerza por dialogar con las restantes para dilucidar qué tienen ya en común y cuál es el sentido de sus discrepancias.
3.- Interculturalismo: Cada cultura tiene su especificidad, pero es preciso propiciar el diálogo entre ellas para que descubran los valores universales que les son comunes y para que aprendan a respetar los que no comparten. El interculturalismo es la posición más adecuada a la realidad.

Dos formas de multiculturalismo

Existen fundamentalmente dos formas de estados multiculturales:
1. Estados multinacionales, en los que coexisten más de una nación. Son estados que suelen requerir soluciones políticas, porque las minorías nacionales exigen derechos de autogobierno y transferencias de poder.
2. Estados poliétnicos, en los que coexisten diversas etnias. Son estados que precisan el reconocimiento de derechos multiculturales para emigrantes y para grupos religiosos, que piden apoyo público para la educación bilingüe y exenciones para las diferencias religiosas.
Desde esta perspectiva conviene unir el concepto de "cultura" al de "nación" o "pueblo", es decir, al de una comunidad intergeneracional, que ocupa un territorio y comparte una lengua y una historia distintas.

Will KymlickaMulticultural Citizenship

jueves, 13 de noviembre de 2025

La física de los epicúreos

La Física, como proceso de explicación del Universo, posee una finalidad fundamentalmente desmitificadora; a saber: poner de relieve la auténtica realidad de los fenómenos y de los seres naturales con el fin de eliminar los infundados temores cósmicos y teológicos, y permitir a los seres humanos vivir en paz consigo mismos. Considerada de este modo, la ciencia Física deviene en ciencia instrumental, al servicio de la Ética.


1. El Universo

Ante todo, nada proviene de la nada o de lo que no existe, pues en este caso todo nacería de cualquier cosa sin necesidad de semillas. Y si lo que desaparece no pasase a ser otra cosa y se disolviese en la nada, ya todo se hubiera acabado. Pero el Universo fue siempre tal y como es hoy y siempre será así, pues no existe nada en que pueda convertirse; pues fuera del propio Universo nada hay en lo que pueda cambiarse.
Diógenes LaercioCarta a Herodoto

La concepción física de Epicuro se fundamenta en los tres principios siguientes: a) nada puede nacer de la nada; b) nada puede reducirse a la nada; c) el Todo (el Universo) siempre ha sido tal y como ahora es y siempre será de la misma manera.
Estos tres principios le parecen evidentes al filósofo, pues, en primer lugar, si algo pudiera venir de la nada, los seres podrían nacer de cualquier cosa; pero nuestros sentidos nos muestran que las cosas surgen a partir de una materia anterior (de unos gérmenes anteriores) dotada de ciertas virtudes; en segundo, también es evidente que nada puede reducirse a la nada, pues si fuera posible tal reducción (es decir, la desaparición integral de algo), el conjunto de los seres iría disminuyendo, ya que, según la ley anterior, nada proviene de la nada. Pero, dado que el tiempo es infinito, todos habrían desaparecido ya; por tanto, en tercer lugar, el Todo (el Universo) es inmutable: todo cambio se da en el Universo, pero el Universo no cambia, siempre es el mismo.


2. Átomos y vacío

El Universo es cuerpo y espacio; en efecto, la sensación atestigua que los cuerpos existen y de acuerdo con ella es necesario concluir racionalmente sobre aquello que no es evidente a los sentidos. Pero si no existiera el espacio, que es llamado vacío, lugar y naturaleza impalpable, los cuerpos no tendían lugar donde estar ni donde moverse; y fuera de esto no puede entenderse ni siquiera imaginarse nada.
Diógenes LaercioCarta a Herodoto

Epicuro, siguiendo a Demócrito, mantuvo que el Universo se encuentra constituido por dos realidades: los átomos y el vacío; los primeros son infinitos en número, el segundo en extensión. Los átomos poseen una amplia variedad de formas y tamaños y, moviéndose en el vacío y combinándose entre sí de diversos modos, dan lugar a las diferentes clases de seres, por supuesto, todos ellos corporales o materiales.
El movimiento es explicado de manera mecánica: los átomos son pesados y en virtud de esta propiedad, tienden a caer "de lo alto hacia abajo". Ahora bien, con frecuencia en esta caída unos chocan con otros variando de dirección y de velocidad, originando, de este modo, combinaciones nuevas que dan lugar a la diversificación de los seres; así, pues, en el Universo todo es variación y cambio.

3. Los dioses y los seres humanos
Los epicúreos aceptaron la existencia de los dioses, que son incorruptibles, bienaventurados y plenamente felices; pero mantuvieron que permanecían ajenos e indiferentes a la marcha del mundo y a la suerte de los seres humanos: no intervienen en las tormentas, ni en los terremotos, ni en las desgracias de las personas. En cuanto a éstas, no poseen nada inmortal, el alma misma se encuentra formada por átomos y, en consecuencia, es material y no puede sobrevivir a la muerte del cuerpo.

El alma es corpórea, compuesta de partículas sutiles, difundida por toda la estructura corporal, muy semejante a un espectro que contiene una mezcla de calor; un poco semejante a éste y otro poco a aquél y también muy diferente a ambos por la sutileza de las partículas. En particular, recibe muchas mutaciones por la tenuidad de sus partes; pero ella se encuentra concreta en sí misma más que con el resto de las partes. Todo esto manifiestan las facultades del alma, los afectos, los movimientos ligeros y los pensamientos mentales, si nos faltan los cuales, morimos.
Diógenes LaercioCarta a Herodoto

jueves, 4 de septiembre de 2025

Los grandes sistemas filosóficos y la interpretación de la realidad


La metafísica se ha concretado, a lo largo de la historia de la filosofía, en una serie de sistemas de pensamiento. Algunos de ellos son idealistas, piensan que solo existe una realidad de tipo ideal o espiritual. Otros reivindican la materia como única realidad posible.
Asismismo, unos sistemas admiten un único principio de la realidad: son monistas. Otros creen que el núcleo de la realidad se compone de varios elementos: son pluralistas.
Y todos pretenden elaborar una visión general de la realidad y del mundo: son verdaderas cosmovisiones que han ejercido una gran influencia histórica en Occidente.

1. Platón: la realidad de las ideas

En el siglo IV a.C., Platón propone uno de los más importantes sistemas metafísicos. Su pensamiento tiene en cuenta las reflexiones de filósofos anteriores, la filosofía oriental y, en especial, las matemáticas.

Platón es dualista, piensa que existen dos tipos de realidad diferentes. Por un lado, la realidad material que nos muestran los sentidos, y que se encuentra sometida al cambio. Por otro lado, la realidad de los objetos de la razón y de las matemáticas, que no cambian nunca. Según Platón, la verdadera realidad se encuentra en el mundo de las ideas. Las ideas son formas abstractas, eternas e inmutables. Entre ellas hay una gradación que culmina en la idea de bien.

Las realidades materiales, propias de la experiencia sensible, son simples copias de las ideas. Así pues, conocer una realidad equivale a conocer la idea de la que esa realidad es una copia. Y el verdadero conocimiento será el conocimiento de las ideas.

2. Aristóteles: la sustancia de los seres individuales

Aristóteles fue discípulo de Platón, y realizó una completa síntesis del saber de su tiempo. Poseía una extraordinaria curiosidad intelectual y sus primeros estudios se dedicaron a analizar el mundo de los fenómenos naturales y los seres vivos. Desde esos análisis, se planteó un problema esencial: cuál es el principio de la realidad. Su obra ejerció una extraordinaria influencia, especialmente en la Edad Media.

Para Aristóteles, la realidad esencial es la sustancia. La pregunta por el ser de la realidad se traduce en la pregunta por el sustancia de cada cosa. Que algo posea una sustancia supone decir que algo tiene una naturaleza propia que es la causa de su movimiento y evolución. Esto implica la aceptación de la realidad de las cosas particulares que se encuentran en la experiencia sensible, a diferencia de lo que pensaba Platón.

La teoría de la sustancia es muy compleja, y Aristóteles centra en ella su visión del mundo. Pero para explicar el cambio y el movimiento de las distintas sustancias, Aristóteles introduce los conceptos de "acto" (lo que es realmente) y de "potencia" (lo que todavía no es, pero puede llegar a ser). Así, cuando algo cambia, pasa de la potencia al acto. Estos dos términos han tenido una gran influencia a lo largo de la historia de la filosofía occidental.

Aristóteles distingue varios tipos de sustancias y postula la existencia de una sustancia superior que es la referencia de todos los cambios y movimientos: el motor inmóvil, que es eterno, la causa del movimiento y que se encuentra alejado del mundo. En la filosofía cristiana de la Edad Media, este motor inmóvil será identificado con el Dios creador.

3. El atomismo antiguo: el principio material de la realidad

Leucipo y Demócrito (siglo V a.C.) crearon un sistema metafísico muy diferente a los de Platón y Aristóteles: el atomismo. Según estos filósofos, el principio de la realidad son los átomos, que son materiales. El suyo fue el primer sistema metafísico de carácter materialista.

Según los atomistas, cuanto es real se compone de partículas materiales indivisibles llamadas átomos. Los átomos se distinguen por su forma, su situación y las relaciones que establecen entre sí. Los átomos se desplazan y chocan entre ellos, y su movimiento se rige por una ley ciega, que no se explica por una realidad exterior al mundo material.

Los seres concretos se componen de diferentes combinaciones de átomos. Y toda la realidad, desde el conocimiento hasta el alma, se explica gracias al movimiento de los átomos y a sus diferentes combinaciones. Nada queda fuera de la realidad material de los átomos.

4. Tomás de Aquino: Dios y las "creaturas"

Tomás de Aquino es el más importante filósofo de la Edad Media cristiana occidental, y su influencia en la cultura occidental ha sido extraordinaria. En su obra combina los principios de la filosofía de Aristóteles con la fe cristiana.

Los principios esenciales de los que parte Tomás de Aquino para explicar la realidad son dos: la necesidad de postular la existencia de un Dios creador y la necesidad de combinar la fe cristiana y la razón de tal modo que pueda ofrecerse una explicación de la realidad acorde con las exigencias de la revelación cristiana.

Al inicio de su pensamiento, Aquino destaca un hecho fundamental: la diferencia que existe entre Dios y las "creaturas". Para explicar la distinción entre Dios y las "creaturas", Aquino plantea la diferencia entre esencia y existencia:

1) Todos los seres tienen esencia, pero no tienen por qué existir. Dios es el único ser cuya existencia es un rasgo de su propia esencia. Por eso, tiene que existir necesariamente.

2) La existencia de las cosas particulares proviene de la acción creadora de Dios. Por ello, analizar el ámbito de las "creaturas" exige buscar el principio de su creación, es decir, exige considerar a Dios, el único ser cuya esencia incluye la existencia. Él es el único ser necesario, todos los demás son contingentes.

5. Hegel: el gran sistema idealista. Espíritu, razón y realidad

A comienzos del siglo XIX, Hegel desarrolló un complicado sistema metafísico. La obra de Hegel era, en cierto modo, una respuesta a las nuevas exigencias históricas representadas por el triunfo de la Revolución Francesa y el auge de la sociedad burguesa. Dos son los conceptos esenciales que nos interesa destacar en el sistema de Hegel:

1) La razón: Es el valor supremo de la realidad. Hegel piensa que la verdadera realidad se encuentra articulada según las exigencias de la razón. Y la máxima realidad no es más que el triunfo de la razón. Todo aquello que sea real, deberá ser también racional.

2) El espíritu: Ahora bien, la razón no es algo que se encuentre en forma aislada, al modo de las ideas platónicas; es un producto del espíritu, que es el nuevo sujeto que Hegel construye.

Tradicionalmente, el sujeto humano era pensado en forma individual. Pues bien, el espíritu es la combinación de los aspectos objetivos y subjetivos, particulares y universales, del ser humano. Hegel lo definió como "un yo que es un nosotros y un nosotros que es un yo". En cierto modo, el espíritu es la misma humanidad que piensa y actúa a lo largo de la historia humana.

La razón es la característica más relevante del espíritu. Cuando triunfe la razón, nada de lo que sea real resultará extraño al ser humano. Entonces, el ser humano podrá reconocerse a sí mismo en todo lo que es real.

Hegel extendió los principios de su sistema a todos los ámbitos del conocimiento y la acción humanos, así como a la historia y a la naturaleza. Fue el última gran sistema metafísico de la Modernidad.

lunes, 25 de agosto de 2025

Georg W. Hegel (1770-1831)

Fue el más importante representante del idealismo alemán y ejerció una notable influencia en la filosofía de los siglos XIX y XX. Elaboró un ambicioso sistema filosófico presidido por la idea de la razón que englobaba todos los aspectos del conocimiento y la acción humanos. En sus obras presentó el método dialéctico como medio para alcanzar el conocimiento y comprender el sentido de la historia universal.

sábado, 2 de agosto de 2025

Platón (427 - 347 a.C.)

Discípulo de Sócrates, tuvo una extraordinaria influencia en la historia de la filosofía. En sus diálogos abordó los más importantes problemas filosóficos, desde la teoría del conocimiento a la ética y la filosofía política. Creía en la existencia de un "mundo de las ideas", eterno e inmutable, frente al universo cambiante de la experiencia de los sentidos.

martes, 8 de julio de 2025

Un saber radical: la Metafísica

 El estudio de los rasgos de la realidad y del ser se llama metafísica. Éste es un nombre de curioso origen. En el siglo I a.C., los discípulos de Aristóteles ordenaron sus obras, y situaron los libros que trataban del ser y la realidad tras los dedicados al estudio de la naturaleza (physis): los llamaron "los libros que están más allá de los libros de la física".

1. La metafísica como filosofía primera

Aristóteles advirtió que "más allá" de los problemas que planteaba el estudio de los fenómenos naturales era necesario analizar los aspectos comunes de todo lo real. Este análisis era el objeto de la filosofía primera, que fue el primer nombre de lo que hoy llamamos metafísica.

El objeto de la filosofía primera era el estudio de los principios fundamentales de la realidad y de todo cuanto existe.

Como afirma Aristóteles, la filosofía primera analiza los rasgos de "ser en cuanto ser", del ser de "lo que es", también llamado "lo ente", y quería identificar sus primeros principios y sus causas. Para ello, debía tener en cuenta las realidades concretas, pero no se quedaba en ellas: analizaba las cuestiones más generales que permiten explicar por qué una cosa es lo que es y cuáles son los principios que la constituyen.

También se conoce esta rama más general de la filosofía con el término ontología, que significa "ciencia del ser". Para Aristóteles, era la forma suprema de filosofía. Por eso, la llamó filosofía primera.

2. La metafísica clásica

Durante muchos siglos, la metafísica se identificó con la filosofía y con la ciencia. Las demás ramas de la filosofía se derivaban de ella.

La metafísica clásica, caracterizada por un elevado nivel de abstracción, pretendía describir el denominador común de la realidad. Para ello, debía desarrollar la máxima generalidad, pues los rasgos de lo real estaban "más allá" y "trascendían" los aspectos concretos de los seres particulares. Era un saber de tipo trascendental.

Empleaba conceptos complejos, como esencia y existencia, sustancia y accidentes, atributos y propiedades, objetos reales y objetos ideales, necesidad y posibilidad, etc. Asimismo, creó categorías que servían para distinguir formas diferentes de realidad y clasificar las entidades en grupos.

El discurso metafísico es un discurso argumentativo: es un saber racional, con argumentos que deben estar fundamentados. Está presidido por ciertos principios o exigencias. Dos de ellos, ambos principios lógicos que orientan el discurso metafísico, tenían especial importancia:

1) El principio de no contradicción, que afirma que es imposible que, al mismo tiempo, un ser determinado tenga una propiedad y no la tenga.

2) El principio del tercero excluido, que afirma que cuando un objeto posee una propiedad determinada, posee esa y no otra.

Pero el avance de la ciencia experimental y las aportaciones de la física de Newton limitaron las pretensiones explicativas de la metafísica, cuyos problemas aparecían como cuestiones sin sentido. Kant intentó dar respuesta a las ambiciones de la metafísica clásica.

3. La actitud metafísica y sus rasgos

Hay una serie de rasgos generales que caracterizan lo que puede denominarse la actitud metafísica. Indicaremos cuatro especialmente importantes:

  1. Es siempre un saber de principios: Pretende analizar los primeros principios de la realidad, aquellos de los que se derivan todos los demás y que permiten comprender lo que queremos decir cuando pensamos que algo "es".

  2. Posee un carácter radical: Analiza la "raíz" de la realidad y trata de encontrar lo que constituye el ser de las cosas concretas. Obviamente, esto le permite ejercer una crítica de tipo radical, que no se detiene nunca.

  3. Tiene una pretensión de totalidad: Desde esta perspectiva, pretende superar las diferencias de las cosas particulares. No se contenta con soluciones parciales ni con una especialización limitada. Quiere analizar el conjunto de la realidad para encontrar su sentido. Muchas de las grandes concepciones metafísicas desembocan en una imagen del mundo determinada, que explica lo que se considera real.

  4. Considera la realidad humana una referencia fundamental: Todos los problemas que analiza tienen como referencia el universo del ser humano. Y es que, al intentar comprender la realidad, el ser humano pretende comprenderse a sí mismo; es decir, pretende hallar el sentido de su realidad y de su existencia.

lunes, 7 de julio de 2025

La conciencia moral

1. La voz de la conciencia

Con el término conciencia moral designamos la capacidad que tienen las personas para conocer y juzgar la bondad o maldad de las acciones, tanto propias como ajenas. La conciencia moral, además, mueve y orienta la conducta en la dirección que la persona considera correcta. Expresiones tales como "tengo la conciencia tranquila", "me remuerde la conciencia", "allá cada cual con su conciencia" o "he obrado según me dictaba la conciencia" reflejan claramente el significado moral y la importancia que concedemos a esta capacidad para orientanos en nuestra vida cotidiana.

En todos estos ejemplos el lenguaje popular habla de una especie de voz interior que inspira, obliga y sanciona la moralidad de nuestras acciones. Sin embargo, en su formulación habitual, esta voz aparece como algo demasiado misterioso; por eso la ética intenta aclarar qué es y cómo se desarrolla la conciencia en la vida de los individuos y las sociedades.

2. Heteronomía y autonomía

Para juzgar sobre la bondad o maldad de las acciones o de las normas, la conciencia se sirve de principios en virtud de los cuales la persona rige su vida. En ocasiones no nos percatamos muy bien de cuáles son nuestros principios, pero lo cierto es que cualquier persona se atiene a algunos, se dé cuenta o no de ello.

Estos principios pueden venirle impuestos o dárselos ella a sí misma, racional y libremente. En el primer caso hablamos de heteronomía y en el segundo, de autonomía:

- Una conciencia es heterónoma cuando se guía por:
  • Los dictados del instinto o las apetencias
  • Por la tradición
  • Por la autoridad de otros, sean personas concretas, sea una mayoría
- Una conciencia es autónoma, por el contrario, cuando es ella la que propone las normas morales que deben regir su acción, habiendo reflexionado y decidido sin coacciones.

Sin duda, las personas empezamos por aprender las normas en la sociedad en la que vivimos: en la familia, en la escuela, en el grupo de amigos de distintas edades. Es decir, que en principio nos vienen de "fuera". Pero eso no significa que seamos heterónomos.


La familia constituye un medio de aprendizaje de normas sociales muy importante. Pero sólo en la medida en que reflexionamos sobre ellas y las aceptamos si creemos que son válidas para hacernos mejores personas, nos convertiremos en seres autónomos.

Actuamos de forma autónoma si somos nosotros los que decidimos reflexivamente qué normas consideramos buenas y si somos capaces además de crear otras nuevas. Obramos de forma heterónoma, por el contrario, si nos guiamos por las apetencias o por lo que otros nos dictan, sin haber considerado por nuestra parte qué es lo propio de personas verdaderamente humanas.

La sociedad es el conjunto de las relaciones sociales. Pero, entre éstas, pueden distinguirse dos extremos: las relaciones de presión, en que lo propio es imponer al individuo, desde el exterior, un sistema de reglas de contenido obligatorio, y las relaciones de cooperación, cuya esencia es hacer nacer, en el interior de la mente, la conciencia de normas ideales que controlan todas las reglas. Las relaciones de autoridad y respeto unilateral dan lugar a las relaciones de presión y caracterizan la mayoría de los estados de hecho de la sociedad dada y, en particular, las relaciones entre el niño y el ambiente adulto que le rodea. Por el contrario, las relaciones de cooperación definidas por la igualdad y el respeto mutuo constituyen un sistema de equilibrio más avanzado.

Jean PiagetEl criterio moral en el niño

3. Autonomía y universalidad

"Autonomía" equivale entonces a "autolesgislación", a darse a sí mismo leyes propias. Pero, en cuanto hablamos de leyes, estamos indicando que valen para un grupo o bien universalmente, porque una ley no puede valer para una sola persona. En el caso de la moral, las leyes han de valer universalmente porque son aquellas que cualquier persona debería cumplir, para ser verdaderamente humana y no inhumana.

Por eso, con la expresión "autonomía moral" nos referimos a la capacidad que tenemos las personas de guiarnos por aquellas leyes que nos daríamos a nosotras mismas porque nos parecen propias de seres humanos. No tiene, pues, nada que ver con "hacer lo que me dé la gana", ni tampoco con la independencia frente a toda norma.

4. El desarrollo de la conciencia

Comportarse de forma autónoma es una posibilidad que cada ser humano puede realizar o no. Si repasamos la historia, podremos observar que las conductas heterónomas están siempre relacionadas con situaciones de servidumbre, en sus distintas formas, mientras que los seres autónomos se comportan como seres dueños de sus propios actos, porque en definitiva el término "autonomía" es sinónimo de libertad: es libre quien se da a sí mismo sus propias leyes y las sigue, siempre que entendamos por "sus propias leyes" aquellas que extendería a todos los seres humanos.

De ahí que podamos valorar el tránsito de la heteronomía a la autonomía como un progreso, como un ganar en madurez, que puede lograrse individual y socialmente.

Los individuos tenemos una conciencia capaz de progresar, pero también las sociedades tienen una conciencia que puede ir madurando desde la heteronomía a la autonomía: desde regirse por tradiciones, autoridades y costumbres no asumidas reflexivamente desde principios humanizadores, hasta guiarse por ese tipo de principios. En el caso de las sociedades, Habermas ha elaborado lo que él llama una teoría de la evolución social, en la que muestra que las sociedades han ido aprendiendo moralmente.