1. Un equilibrio entre dos extremos
Para aclarar en qué consiste el pluralismo moral, conviene distinguirlo de otros dos posibilidades que son totalmente opuestas entre sí:
- Monismo moral: Una sociedad es moralmente monista cuando todos sus miembros comparten la misma visión del mundo, bien espontáneamente, bien por imposición del Estado. Por tanto, comparten también los mismos valores morales que se extraen de esa visión del mundo: el mismo código moral único.
- Politeísmo moral (o politeísmo axiológico, como lo denominó el filósofo social Max Weber): Consiste en creer que en una sociedad cada individuo o cada grupo tiene su propia escala de valores y no es posible averiguar cuál de ellas es mejor o peor. Según Weber, cada cual cree en unos principios, los acepta por un acto de fe, y de ahí extrae sus normas y conclusiones. Por tanto, se supone que los individuos no pueden argumentar para alcanzar juntos unos principios comunes, sino que han de aceptar resignadamente que cada uno tiene sus creencias morales y que ninguna de ellas puede pretender validez general.
En una sociedad monista parece que todos deben tener los mismos valores y normas morales; en una politeísta, parece que no hay valores compartidos por todos. En cambio, el pluralismo moral mantiene que es posible una fórmula intermedia: unos pocos valores básicos compartidos sirven de marco para que las personas y los grupos mantengan diferentes creencias morales no compartidas.
Multiculturalismo
También nos interesa diferenciar pluralismo y multiculturalismo. El multiculturalismo consiste en la convivencia de diversos grupos sociales en una misma comunidad política, algunos de los cuales no comparten la cultura central de la sociedad, por lo que se sienten marginados.
2. La fórmula del pluralismo
Una sociedad es moralmente pluralista cuando en ella conviven personas que tienen distintas concepciones morales de lo que es una vida buena, distintas maneras de concebir el mundo, el hombre y la historia. Y pueden convivir porque comparten al menos unos valores básicos de justicia.
Sin duda, todos los seres humanos queremos ser felices, y cuando nos representamos en qué consiste la justicia lo hacemos sobre el trasfondo de una idea de felicidad. Sin embargo, como en una sociedad pluralista conviven diversos proyectos de felicidad, un buen número de filósofos convienen en distinguir entre mínimos de justicia y máximos de felicidad:
※ Los mínimos de justicia son el conjunto de valores básicos que comparten todas, o casi todas, las concepciones morales de una sociedad pluralista. Por lo tanto, son valores que se pueden exigir a todos, puesto que son la base de una convivencia pacífica y justa.
※ Los máximos de felicidad son las propuestas que ofrecen las distintas concepciones morales, es decir, los valores que no son compartidos, sino específicos de cada cosmovisión y ligados a unas creencias particulares que no tiene sentido imponer o exigir a todo. Es lícito invitar a los demás a compartir esos valores y creencias, pero tratar de imponerlos sería una muestra de intolerancia contraria al pluralismo moral.
En una sociedad pluralista el Estado no tiene derecho a privilegiar ninguna de las propuestas de felicidad frente a las restantes, ni tampoco a discriminar a ninguna de ellas, porque en ambos casos sería totalitario. El Estado ha de comprometerse activamente en la tarea de hacer realidad los valores básicos de justicas que todos, o casi todos, comparten.
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