sábado, 8 de abril de 2023

Las actitudes ante la diversidad cultural

La diversidad cultural es un hecho que ha suscitado diferentes actitudes, entre las que destacan:

1) El relativismo cultural: establece que las costumbres, los valores y las demás prácticas culturales son relativas a la cultura de la que forman parte y no pueden ser entendidos desde fuera de ella.

De este modo, se niega la validez de cualquier perspectiva "etic"; sólo tienen sentido las descripciones "emic" de una cultura. Las diversas culturas son independientes, son sistemas cerrados.

Una de las consecuencias del relativismo cultural es la negación de la existencia de un patrón común de referencia para juzgar la corrección o incorrección de los valores y las costumbres. No es posible tampoco la comparación entre culturas o la consideración de unas superiores a otras. En este sentido, el relativismo cultural es la negación más radical del punto de vista etnocéntrico.


2) El etnocentrismo: designa la tendencia a considerar las características de la propia cultura superiores y modelos universales para el resto de grupos humanos. Se juzgan otras prácticas, si son contrarias a la propia, como incorrectas.

Esta actitud se encuentra en la base de los movimientos racistas, de la intolerancia y de la xenofobia.


Una muestra de etnocentrismo:

Ya los griegos clásicos eran tremendamente etnocéntricos. Pensaban que la única lengua realmente digna de tal nombre era la griega. Las otras lenguas eran un mero bla-bla o bar-bar, y por ello denominaban a sus habitantes como bár-bar-os. El etnocentrismo se ha dado en todas las épocas y continentes. Quizás el caso más conocido es el de los europeos de la época colonial.

Jesús Mosterín: Filosofía de la cultura


3) El relacionismo cultural: frente a las posturas anteriores, parte de la validez limitada de cada cultura y señala que los criterios de decisión pueden ser múltiples. En ningún caso deben estar centrados en una única cultura. Ahora bien, eso no significa que todas las prácticas deban ser consideradas igualmente válidas.

El relacionismo mantiene, por tanto, la posibilidad del interculturalismo. Considera que el intercambio cultural es positivo y en ningún caso debe evitarse.

Cuando se establecen comparaciones entre culturas, el dilema fundamental estriba en determinar dónde se encuentra el límite de las prácticas que se pueden tolerar y las que no. Habrá cierto tipo de costumbres que se presentan como problemáticas, sobre todo, aquellas que atentan contra la vida y la dignidad de las personas.

Por ejemplo, una práctica cultural habitual en China es comer con palillos, mientras que los europeos utilizan el tenedor. Ninguna de las dos costumbres puede considerarse mejor o peor que la otra. La cuestión se plantea a la hora de calificar otros comportamientos, como la aplicación de la pena de muerte, la ablación del clítoris a las adolescentes o la permisividad ante la violencia contra los niños y las niñas.

La solución está en encontrar ciertos valores universales, que sean válidos para todas las culturas, sobre los que fundar las bases de la convivencia multicultural.

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