Una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial (1945), se celebró en la ciudad de Nuremberg una serie de juicios sobre personas significativas de la Alemania nazi. Dichos juicios tuvieron lugar a partir del conocimiento de las atrocidades cometidas en los campos de concentración, y fueron auspiciados por el gobierno norteamericano, que envió jueces, fiscales y abogados para investigar lo ocurrido y exigir las responsabilidades pertinentes, pues los desastres ocurridos clamaban justicia: millones de personas (ancianos, hombres, mujeres y niños) despojadas de sus hogares, detenidas por motivos infundados, torturadas y asesinadas cruelmente exigían una explicación.
Sin embargo, conviene recordar también que el gobierno norteamericano, que mostró tanta diligencia en estos juicios, había ordenado que la bomba atómica cayera sobre dos poblaciones japonesas, bajo el pretexto de que así la guerra terminaría antes y morirían menos personas.
1. Fundamento ético de los juicios de Nuremberg
En la celebración de los juicios se tuvo en cuenta la información aportada por prisioneros liberados al firmar la paz, el testimonio de militares y civiles que procedieron a la mencionada liberación, y lo comunicado por asociaciones internacionales sobre los hechos que se juzgaban.
Los jueces encargados de los casos partían del Derecho Internacional, todavía muy poco desarrollado, y de la apelación a principios éticos de validez universal. Con estos elementos intentaron arrojar luz sobre aquellos acontecimientos tan dolorosos y confusos, pues, mientras que la mayoría del pueblo alemán se excusaba de su responsabilidad por el desconocimiento de lo ocurrido, otros alegaban en su defensa la variedad de criterios éticos: se les había dicho que el exterminio de determinados grupos étnicos, religiosos e ideológicos era necesario y conveniente para el futuro de su patria.
2. La locura colectiva
Tanto el fascismo como el nacionalsocialismo afirman la primacía de lo irracional:
- No es la inteligencia que corta los cabellos en cuatro la que ha sacado a Alemania de su desamparo; la razón os hubiese desaconsejado venir a mí, sólo la fe os lo ha mandado -manifiesta Hitler a sus leales-. No se trata sino de creer, obedecer, combatir.
Mussolini y Hitler reencuentran así la concepción del mito que excita a las multitudes y las hace vibrar en un mismo arrebato.
- Hemos creado nuestro mito; nuestro mito es la nación, la grandeza de la nación -exclama Mussolini en 1922.
Jean Touchard, Historia de las ideas políticas
3. El nazismo hoy
Los dirigentes nazis alemanes apelaban en sus arengas al "sentimiento popular", y en él apoyaban los comportamientos y las ideas que defendían: el pueblo alemán, decían, "sentía" la necesidad de recuperar territorios y ámbitos de vida que le habían sido arrebatados. Todas las acciones para conseguirlo quedaban justificadas en ese "sentir" del pueblo.
Nunca dieron ninguna razón de su pretendida superioridad ni de las decisiones que tomaron para hacerla manifiesta. La pregunta por una fundamentación moral de las palabras y los hechos era considerada no pertinente, pues el dicho "sentir" bastaba.
Los "cabezas rapadas" responden de igual modo al ser preguntados acerca de la violencia que ejercen sobre los que juzgan inferiores (que somos prácticamente todos los que no nos comportamos como ellos); "sienten" aversión hacia los negros, los judíos, los árabes, los disminuidos, los homosexuales, y hacia todos los que los defienden, lo cual les parece suficiente para atentar contra ellos.
Desgraciadamente, las consecuencias de semejantes "hazañas" no se hacían, ni se hacen, esperar: los que tanto sienten hacen sentir a muchos más, pero dolor, sufrimiento, humillación, angustia y muerte.
4. Un sufrimiento no baldío
Los mártires de los campos de concentración son los símbolos de una humanidad que aspira a nacer. Es tarea de la filosofía traducir lo que ellos han hecho a un lenguaje que se escuche, aun cuando sus voces perecederas hayan sido acalladas por la tiranía.
Max Horkheimer, Crítica de la razón instrumental
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Liberación del campo de concentración de Dachau en abril de 1945 |
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