La cultura juega, pues, un papel fundamental en la configuración del ser humano como pacífico, un ser humano que, como cualquier otro animal, tiene una ideología que le induce agresividad. Pero la cultura también puede hacer lo contrario e hipertrofiar la agresividad natural convirtiéndola en violencia [...]. El ser humano es agresivo por naturaleza, pero pacífico o violento por cultura [...]. Lo que también tenemos cada vez más claro es que nuestra biología está encorseta por la cultura que hemos ido creando en el transcurso de la historia [...].
Decir que somos agresivos por naturaleza no conlleva, pues, aceptar que también por naturaleza seamos violentos. No hay violencia si no hay cultura. La violencia no es un producto de la evolución biológica, de la bioevolución como se dice frecuentemente. Es un resultado de la evolución cultural, de la llamada, en sentido amplio, "tecnoevolución".
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