Diógenes, habiendo escrito a uno para que le buscase un cuarto donde habitar, como éste se retardara en hacerlo, tomó por habitación un tonel, según él mismo manifiesta en sus Epístolas. Por el verano se echaba y revolvía sobre la arena caliente y en el invierno buscaba las estatuas cubiertas de nieve, acostumbrándose a todas las clases de sufrimiento. Era contumaz en provocar a los demás y a la escuela de Euclides la llamaba "cólera", a la dialéctica de Platón le daba el nombre de "inutilidad", a las fiestas bacanales "grandes maravillas para los necios"; a los gobernadores y magistrados, "ministros de la turba". Cuando veía a los magistrados, los médicos y los filósofos empleados en el gobierno de la vida decía que el hombre es el animal más recomendable de todos; pero al ver los intérpretes de sueños, los adivinos y cuantos los creen o a los que se ciegan por la gloria mundana y riquezas nada consideraba más necio que el ser humano.
Historia del pensamiento: autores, textos y problemas filosóficos
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