viernes, 10 de mayo de 2024

Séneca

Lucio Anneo Séneca (4. a.C. - 65 d.C.), hijo de una familia romana instalada en la Bética (Andalucía), nació en Córdoba; siendo niño su familia se trasladó a Roma. En la capital recibió una formación humanística en la que predominaron las enseñanzas y las influencias de los filósofos estoicos. Después de una estancia en Egipto y de sufrir un destierro en Córcega, volvió a Roma, en donde fue preceptor de Nerón y tras ser éste nombrado emperador se convirtió en su principal consejero (o ministro) y en uno de los personajes más influyentes de la administración romana. Pero tras un tiempo, no muy largo, de armonía casi perfecta, poco a poco fueron surgiendo diferencias entre uno y otro debido al progresivo endurecimiento de la política de Nerón.

Con el fin de atenuar los excesos del emperador, Séneca escribió De clemencia, en el que le pide que sea razonable y prudente de acuerdo con las virtudes naturales; pero nada consiguió. Fue entonces cuando Séneca, casi retirado de la vida política, escribió sus obras principales, entre las que podemos destacar las siguientes: Cartas a Lucilio (su hijo), Sobre la amistadExhortación a la filosofíaFilosofía moral, etc. Otras obras dignas de mención son: De consolaciónSobre la brevedad de la vida o Sobre la tranquilidad del alma.

Tras su retirada de la vida política se convirtió en blanco de las miradas de quienes pretendían poner freno a los desmanes de Nerón y, en ese sentido, junto con algunos senadores y otros personajes ilustres cercanos al poder, participó en la conspiración de Cayo Calpurnio Pisón (quien pretendía el entorchado imperial) y fue condenado a muerte, cumpliendo la condena por su propia mano.

En cuanto a los contenidos de sus obras, se encuentran dirigidos a poner de relieve la existencia de una razón universal, rectora del cosmos, que somete todas las cosas y de la cual deben participar la razón de todos y cada uno de los seres humanos; en este sentido, las personas, por una parte, han de procurar actuar de modo racional en todas sus actividades y, por otra, en tanto en cuanto todos los acontecimientos son manifestaciones de un orden o de una razón superior, han de conformarse con su suerte, han de aceptar las consecuencias positivas o negativas que les depare su destino.

De acuerdo con estas líneas, Séneca enseña la prudencia en la conducta: no dejarse arrastrar por las pasiones o, lo que es igual, anteponer siempre la razón a las pasiones; la conquista de la paz interior, la tranquilidad del alma, la preocupación por nuestros semejantes y por las cuestiones sociales y, en último término, como aspecto más destacado de la doctrina estoica, la indiferencia (apatía) y la autonomía interior ante los males y las asechanzas externas. La persona íntegra sabe superar y sufrir, impertérrito, todas las suertes y las desgracias.

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